Corto dos orejas y salió a hombros de Acho en tarde
histórica. Joaquín Galdós cortó una oreja.
Escribe Jaime de Rivero
En una tarde muy emotiva, llena
de deferencias y reconocimientos, el Torero de Lima Enrique Ponce se despidió
de la afición peruana, luego de haber transcurrido treinta tres años desde su
primer paseíllo. Y lo hizo por todo lo
alto, abriendo la puerta grande de Acho por duodécima vez, convirtiéndose en el
torero que más veces ha salido a hombros en las 77 ediciones de la feria limeña,
superando a Palomo Linares y Curro Girón que empatan en once.
De este modo se cerró un ciclo
poncista en Lima, una relación de cariño y admiración recíprocos que abarcó más
de tres décadas, en las que el maestro estuvo presente en veinte ferias
moradas, la mayoría de ellas con corte de apéndices.
La tarde estuvo condicionada por
el mal juego del ganado de El Pilar, de correcta presentación, pero sosos, sin
fuerza, codicia, trasmisión y fondo de bravura. Si bien empujaron en el
caballo, tendían a salir sueltos sin mayor acometividad. En la muleta
humillaron, pero rematando por alto cuando no descompuestos descompuestos.
El que abrió plaza, justo de fuerzas,
nunca tuvo entrega. El maestro procuró superar el calamocheo que traía en sus
embestidas, logrando completar tandas que formaron faena que no terminó de
redondear con la espada. El tercero que
tampoco tuvo motor, se rajó en las primeras series con la tela roja.
El quinto, colorado listón, fue
el que más posibilidades ofreció durante la tarde, el valenciano lo percibió claramente
desde los primeros tercios en los que cuido la lidia y al toro, haciendo lo preciso
y necesario para convencer al animal a embestir. Dirigió la suerte de varas y
el tercio de banderillas orientándolas a no agotar al astado. Con la pañosa, en todo momento lo lidió con
suavidad, sin brusquedad, tanto por el pitón derecho como el izquierdo, siempre
llevándolo toreado para que termine haciendo lo que él quería. Faena de paciencia
e inteligencia según las condiciones de su oponente. Terminó con unas poncinas
de mucho sentimiento y lo fulminó de una estocada entera. La plaza se cubrió de
pañuelos y le concedieron las dos orejas.
Al arrastre del sexto toro,
Andrés Roca Rey saltó del tendido al ruedo para cargar en sus hombros al
maestro que se va, también lo hicieron otros matadores peruanos como Gabriel
Tizón, Flavio Carrillo, Aníbal Vázquez, Fernando Roca Rey, entre otros, en uno
de los gestos de reconocimiento y aprecio hacia el último Torero de Lima, más
valiosos que se recuerden.
El lote de Galdós fue similar al
del valenciano. El segundo de la tarde llegó
a la muleta descompuesto, le costó una enormidad repetir humillado. Ligó muletazos
parado en el sitio, algunos con suavidad y de buena factura, pero que no logran
redondear faena. Tras la suerte de matar, recibe una ovación en el tercio.
Al colorado silleto que hizo de
cuarto, lo toreo por series ligadas por el derecho mientras que por el
izquierdo los pases fueron de uno en uno, sin mayor trasmisión de un animal que
fue perdiendo movilidad. Pinchazo y estocada entera, ambos ejecutados con
verdad, son suficientes para recibir una oreja.
El sexto, que tenía más raza y
motor, se cambió por un problema de la vista. El reemplazo de la misma
ganadería, acusó los defectos de sus hermanos en los tercios iniciales. Las
primeras tandas fueron deslucidas por la informalidad de la embestida, pero a
base de porfiar con la muleta en la cara, el peruano logró finalmente engarzar
dos tandas buenas por el derecho, justa recompensa que no fue suficiente para
detener el declive de la faena por la condición del astado.
Ficha; plaza de acho, plaza
llena. 6 Toros de El Pilar bien presentados, pero sosos, sin poder ni fuerzas.
Enrique Ponce ( palmas, palmas y dos orejas) y Joaquín Galdos (saludos desde el
tercio, oreja y palmas). Enrique Ponce dio dos vueltas al ruedo de despedida.
LINDA CRONICA NO HAY PALABRAS PARA EXPRESAR LA EMOCION VIVIDA AYER EN ACHO.
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