lunes, 27 de octubre de 2003

CRONICA DIARIO "SINTESIS": "TARDE DE VALOR EN ACHO CON TRIUNFO DE VICENTE BARRERA"

Artículo Publicado en el diario Sintesis de Lima.

Por Jaime de Rivero

La segunda corrida de la feria tuvo en el ruedo toros difíciles que son los que ponen aprueba a los toreros. No fue tarde para los torerista, estetas ni para quienes creen que esto del toreo es un ballet. Los toros mexicanos de Real de Saltillo marcaron el derrotero por su condición de mansos, complicados, con picante y peligro. La corrida fue de las "duras" y exigió técnica para poderle a los toros y valor para pararse delante. Lidia de inteligencia y precisión, pues los descuidos se pagaban con sangre. Tuvieron mérito por su pundonor y valor los tres espadas que hicieron el paseíllo, aún cuando la empresa se les presentaba incierta y peligrosa.

Los toros tuvieron buena presentación, con sobrepeso pero sin afectar su desplazamiento. Un encierro manso y muy complicado, con toros con sentido innato y también adquirido. Toros con personalidad que tuvieron de positivo, en su mayoría, fijeza y prontitud en la muleta. 

El primero del lote de Vicente Barrera era un toro bronco y gazapón, que salía suelto de las suertes de recibo. En el tercio de muerte embistió fijo y pronto, pero con la cabeza alta y calamocheando. Los derechazos fueron la base de la faena, pero el toro derrotaba sin humillar, desluciendo las suertes. Tomaba mejor la muleta por el pitón izquierdo, pero venciéndose con mucho peligro. No obstante, el valenciano ligó tres molinetes citándolo a distancia para aprovechar el viaje y cruzándose en el embroque para que no le coja. Un afarolado de remate casi le cuesta una cornada, al quedarse descolocado (no cruzado) al hilo del pitón. Falló con el acero y recogió una fuerte ovación.
 
La habilidad y experiencia de Barrera quedaría patente en el 4° de la tarde. La lidia no importa necesariamente la imposición de la voluntad del torero sobre el animal. Muchas veces hay que darles un sitio a los toros para que puedan encelarse y aceptar la pelea. Esto de darle sitio y derechos es una concesión. Obligarles y aliviarles, exigir y ceder; es decir, negociar con ellos. Alguien dijo una vez que la lidia es un bello y arriesgado pulso entre el toro y torero, y que de su feliz término depende el toreo.

Así lo entendió el valenciano y así lo aplicó al segundo de su lote, un manso que salía suelto de los capotes con marcada querencia a los adentros o barrera. En los muletazos iniciales el astado apretaba contra las tablas, confirmando su querencia. Barrera lo llevó a los medios para ofrecerle un nuevo terreno. Ahí, embistió pero sin llegar a romper y a la tercera tanda se rajó, huyendo de la pelea. El maestro le porfió en los medios pero el toro se mantuvo remiso a embestir.  Sólo quedaba negociar con este morlaco que buscaba descaradamente las tablas. Y hacía allí lo llevó pero sin consentirle del todo, pues ambos quedaron colocados en el tercio, frente al tendido 13.  Y fue en terreno neutral donde embistió con más decisión, permitiendo una faena de series ligadas y templadas por ambos pitones. Hubo concertación, todo lo contrario a la imposición.

El comportamiento de este astado permite abordar el funcionamiento de las querencias que tienden a acentuarse durante la lidia. 

En las últimas series, el toro tomaba mejor el engaño cuando embestía a favor de querencia (tablas), pero se resistía cuando se le daba salida en dirección a los medios. Barrera intentó tres veces empalmar pases, dándole salida a los medios, pero el morlaco que ya estaba parado se revolvía pronto en busca de su querencia, tropezando (achuchón) con el diestro que se hallaba en su camino, justo entre el toro y la barrera. Por suerte salió bien librado. El toro no se vencía, era la querencia que lo atraía.

Una estocada entera algo caída y al cuarteo, pero de efectos demoledores, le merecieron una oreja, justo premio por la hábil lidia que le permitió extraer todo lo que aquel manso podía ofrecer. El segundo apéndice corrió por cuenta de la autoridad --otra vez--, poniendo en riesgo la solera de la plaza y el triunfo de Barrera, quien prefirió no cargar los trofeos durante la vuelta al ruedo.

El primer toro de El Fandi fue uno de los más complicados de la tarde. Fijo y repetidor pero con malas ideas en la muleta: cortaba el viaje y buscaba el cuerpo por ambos pitones. El diestro no quiso arriesgarse y abrevió de una estocada al cuarteo. El público no percibió el peligro y protestó con pitos para toro y el torero.

Con el segundo, El Fandi entró al todo o nada. Se jugó la vida en una faena emocionante y arriesgada con un animal que también tuvo querencia a las tablas. Muestra de su voluntad fue el ceñido quite por chicuelinas --con el defecto de salirse de la suerte--, rematado con una media de rodillas.   

El tercio de banderillas era complicado porque el toro estaba aplomado y aquerenciado en las tablas. El ímpetu llevó a Fandila a buscar el lucimiento cuando mas conveniente era hacer un tercio ligero. Intentó el par al quiebro a pesar de que las condiciones no eran las adecuadas, pues para esta suerte es necesario que el toro se arranque de lejos y con pies. El par salió deslucido no sólo por el cite en falso, sino porque no hubo quiebro. El Fandi se salió de la suerte en el embroque para luego clavar, sin quebrar ni obligar al toro a modificar la dirección de su embestida. Aún así, el público lo ovacionó con fuerza.  

En el último tercio el toro mostró mucha fijeza, pero no dejaba que se le acercaran. Se ceñía por ambos pitones, pero sin mala intención. Estas condiciones exigían atender a tres aspectos de la técnica de torear que podemos revisar: ubicación, distancia y temple. 

(i)Ubicación.- Frente a los toros mirones y que se ciñen lo aconsejable es no dejarse ver, torear cruzado hacía el pitón contrario para que el toro embista hacia fuera y no arrolle al torero. Lo contrario es torear al hilo del pitón o fuera de cacho que es donde el toro tiene mayor visión, puede elegir y coger.  En sus primeras series de muleta, El Fandi toreó al hilo del pitón y por eso fue cogido en dos ocasiones, por izquierda y por derecha. Esta complicación la resolvió cruzándose al pitón contrario. 

(ii) Distancia.-  Este toro no admitía cercanías. No aceptaba que se le pusieran en la pala y se revolvía pronto al final del muletazo. Para superar esta dificultad había que darle espacio entre cada pase, perderle dos pasos antes del siguiente muletazo.  El Fandi lo comprendió desde el inicio y así pudo torearlo, pero se confiaba a partir del tercer muletazo. Justo dejaba de perderle pasos cuando el toro tenía menos recorrido, quedándose en la pala, al hilo, donde no aceptaba intrusos y por eso fue cogido en dos oportunidades. 

(iii)  Temple.- Este astado pasaba cuando se le adelantaba la muleta y se le traía embebido con el engaño a muy pocos centímetros del hocico. El toro pasó muchas veces cuando El Fandi lo templó a esa breve distancia. Por el contrario, con el engaño alejado de la testuz no había forma de hacerlo pasar, perdía interés en la muleta y buscaba el cuerpo. La aparatosa voltereta al inició de una serie fue porque lo templó a mayor distancia que la señalada; el toro se quedó en el camino y lo levantó sin clemencia. 

El Fandi estuvo muy valiente, se paró delante y logró dominar al astado con buenas series. Mató de una buena estocada, pero el descabello le privó del trofeo, debiendo resignarse a una merecida vuelta al ruedo.

Antonio Bricio ha dejado grata impresión entre los buenos aficionados por su valentía y conocimiento. El primero de su lote se colaba por el pitón derecho desde que apareció por toriles. Por el izquierdo aprendió rápido, creo que desde el capote pues los primeros lances fueron sobre pies, saliéndose de la suerte, permitiendo que el toro lo vea. Precauciones adoptadas seguramente por el peligroso juego de los dos primeros animales de la tarde. Abrevió.

Planteó con inteligencia la lidia al sexto, uno de los más peligrosos por su sosería y corto recorrido. Un toro mirón que se quedaba a medio pase y buscando. El quite por gaoneras fue lucido por la quietud y cercanía con las que lo practicó.  En el tercio final, toreó siempre cruzado para que no le viera, utilizando un poco de pico de la muleta que en estos toros es recurso y no ventaja. El poco recorrido de la res obligó a torear con medios pases, es decir citando con la muleta a la altura del cuerpo, lo que implica mayor riesgo por la incertidumbre de este animal que desparramaba la vista. 

Bricio estuvo valiente y aguantó mucho. Con la técnica en sus manos cuajó uno por uno los mejores muletazos de la tarde, sobre todo por el pitón derecho, embarcando y templando al toro. No empalmó pases, los ligó, citando, parando y templando en cada uno de ellos. Mató de una estocada caída y recibió aplausos.

El público de Lima estuvo frió y desconfiado con el azteca, quien expuso mucho para someter con inteligencia al que cerró plaza. Fue el único que no se dejó coger esa tarde, a pesar de tener el lote más complicado. Pienso que el público no reconoció su buena obra, probablemente porque aún tenía latente el recuerdo de la opaca actuación de su compatriota Ignacio Garibay en la feria del año anterior.

El próximo domingo 23 es una fecha histórica, Cesar Jiménez líder del escalafón español y muy querido por nuestra afición, se encerrará con 6 toros de la ganadería de Roberto Puga.  Se espera un lleno hasta la bandera. ¡Todos a Acho!   


















lunes, 20 de octubre de 2003

CRONICA DIARIO "SINTESIS": "TRIUNFO DEL FANDI Y CASTELLA EN LA PRIMERA CORRIDA DE ABONO"

Artículo publicado en el diario "Sintesis" de Lima.


Por Jaime de Rivero

El domingo 19 de octubre se dio inicio a la Feria Taurina del Señor de los Milagros que se desarrollará hasta el domingo 14 de diciembre en la plaza de toros de Acho. Con el afán de fomentar las tradiciones peruanas, el diario Síntesis abre esta tribuna para que sus lectores puedan enterarse de lo acontecido en todas las corridas de toros programadas en esta Feria y compartir toda la emoción de la fiesta brava, la fiesta del Perú.

El cartel no puede ser más atractivo esta temporada. Cesar Jiménez ocupa el primer lugar del escalafón español de matadores, ganador del Escapulario de Oro del Señor de los Milagros 2002, esta temporada ha conseguido triunfos en casi todas las plazas, desplazando a los consagrados Enrique Ponce. y El Juli  David Fandila "El Fandi" es uno de los triunfadores de la feria pasada y líder también del escalafón español, espectacular con las banderillas, ha logrado darle a su toreo esa dosis de tranquilidad que gusta al buen aficionado.  Se presentarán también José María Manzanares, hijo de quien fuera reconocido como Torero de Lima y cuatro veces Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, que ha despertado el interés de nuestra afición, y Sebastián Castella, torero francés de estilo clásico y muy buenas maneras. También actuarán Vicente Barrera, torero de corte manoletista que tanto gusta en Lima; el nacional Aníbal Vasquez, que confirmará la alternativa; y, el mexicano Antonio Bricio.   

Las novilladas ya celebradas han contado con la participación de los mejores novilleros españoles  junto a dos jóvenes promesas nacionales Fernando Roca Rey y Juan Carlos Cubas, que han sabido estar a la altura del espectáculo, habiendo conseguido sendos triunfos con corte de orejas incluido.   Se cierra el ciclo con un festival que combinará el arte del rejoneo y la lidia de a pie, en el que actuarán nuestros aficionados prácticos. 

DOMINGO DE TRIUNFO EN ACHO

Domingo 2 de Noviembre.  En tarde soleada y con mas de tres cuartos de entrada, se han lidiado seis toros del señor Roberto Puga, de divisa morada y amarilla, de buena presentación, de distinto juego, nobles todos, que han permitido el triunfo del diestro Español David Fandila "El Fandi", que tras cortar 3 orejas abrió la puerta grande de Acho, así como del espada francés Sebastián Castella, nuevo en esta tierra, quien cortó una oreja al primero de su lote .

El Fandi es un torero de un carisma especial que llega mucho al público y que sabe cómo mantener esa gracia durante los tres tercios de la lidia.  Recibió con largas cambiadas de  rodillas al primero de la tarde, aprovechando su fijeza y movilidad, para rematar con una media de rodillas que arrancó las primeras ovaciones.  Lucidos fueron su galleos por chicuelinas con los que llevó al toro al caballo. El animal se arrancó pronto, pero el picador marró y rectificó el puyazo, hiriendo en la paletilla para luego taparle la salida. El Fandi pidió el cambio de tercio pero no hubo respuesta de la autoridad, que  espero el quite que fue por lopecinas, para cambiar el tercio.  Se debe tomar nota de que el primer tercio se debe cambiar cuando el toro ha sido picado y no después del quite; pues éste no es obligatorio.

Cuando El Fandi toma las banderillas el espectáculo está garantizado por su variedad y vistosidad, cualidades que reposan principalmente en su formidable condición física. El primer par fue a la moviola, esto es andando de espaldas ante la cara del burel; el segundo también a la moviola, incluyo un ceñido recorte para luego clavar por los adentros;  cerró el tercio con  el consabido par del violín, que se ejecuta al cuarteo y con los rehiletes en una sola mano, colocándolos por detrás del hombro.  La ovación fue magnifica en este tercio.   
Con la muleta el toro fue pronto y noble, acudió humillado en las primeras series, tomando mejor la muleta por el pitón derecho que fue por donde El Fandi planteó su faena. Los derechazos fueron largos y bien templados; los remates y adornos estuvieron a la orden del día y para todos los gustos, hubo molinetes, afarolados  y espaldinas. Mató de una estocada entera y caída; el público le concedió una oreja.

El segundo de su lote, cuarto de la tarde, fue un toro fijo, pronto y noble. Fundamentó también la faena en el pitón derecho, aprovechando su largo recorrido y cabeza baja; con inteligencia lo llevó a su reducto de los tendidos 11 y 12 de sol, en donde tiene muchos partidarios por lo ahí hecho en la feria anterior.  Hay buenos derechazos de mano muy baja, destacando también los circulares invertidos que se repitieron varias veces, y ceñidas manoletinas de remate.  La faena fue innecesariamente larga porque el toro estaba  rajado, es decir, había perdido interés y rehuía de la pelea.  Entró a matar con verdad, dejando una estocada entera en lo alto. Se le concede una oreja y luego la segunda que fue protestada por el público.   

Sebastian Castella ha caído con buen pie en nuestra afición, de su toreo se destaca el estilo clásico de citar de frente, dando el medio pecho, el compás no muy abierto y con la muleta planchá aunque a veces recurra al pico para aliviar la embestida.  Garbo y torería también convergen en su estética.   

Su lote dio un juego diverso dentro de su nobleza, del que supo sacar buen partido. El primero no ofreció mayores condiciones durante el tercio de varas, blando, perdió los remos en dos oportunidades y no se empleó en el caballo.  Sin embargo, el astado se recuperó para el último tercio. Castella inició la faena en los medios con el péndulo, que es un pase cambiado por la espalda que popularizará los mexicanos Arruza y Silveti. Sereno y estático, articuló buenas series de derechazos por bajo, aprovechando la recta embestida del toro de Puga, que además fue codicioso en sus innumerables idas y venidas. Luego el toro fue acortando su embestida hasta aplomarse, pero sin peligro dada su nobleza. Remató la faena con muletazos ligados en muy poco espacio, haciendo un toreo encimista. Mató de un pinchazo sin soltar y una estocada delantera y tendida, que le valieron para cortar una oreja. 

El segundo de su lote tuvo complicaciones durante la lidia que no favorecieron el lucimiento, empujó al caballo con la cabeza alta y salió suelto de la suerte. Con la muleta embistió humillado y lento pero derrotando antes de que acabe el pase, para luego aplomarse.  Castella entró a matar dejando media estocada tendida que complementó hábilmente con la cruceta. Silencio.

Nuestra afición esperaba ansiosa el debut de José María Manzanares para reclamarle la herencia torera de su padre. Lamentablemente, no pudimos apreciar su toreo, aunque si destellos de buen gusto en el manejo del percal.   

El primero de su lote fue un toro tardo que no repetía las embestidas. Con la muleta, Manzanares intentó torear por cada pitón pero el toro acudía rebrincado, sin humillar y enganchando, presumiblemente por un problema en las pezuñas, según declaración posterior del espada.  Mató de un pinchazo soltando al cuarteo, y media estocada.   Silencio. 

Con el último de la tarde, Manzanares mostró ganas de agradar al recibir al toro en las tablas con largas cambiadas de rodillas, pero no hubo la pelea esperada.  En el tercio de muerte el toro se aplomó rápido, acudiendo al engaño andando y siempre con la cabeza alta.  Manzanares lo despachó de una estocada entera, algo tendida. Silencio.

El próximo domingo se celebrará la segunda corrida de  toros, cuarto festejo del abono, con 6 toros de la ganadería mexicana Real de Saltillo para los espadas Vicente Barrera, El Fandi y Antonio Bricio, otra buena ocasión para reunirnos en Acho.