jueves, 16 de noviembre de 2006

ARTÍCULO EN "OLE Y OLE: "SUERTE DE VARAS: LA LECCION DE JAVIER CONDE EN LIMA"



                                                Por Jaime de Rivero B.

En la cuarta corrida de la Feria del Señor de los Milagros de 2004, muchos criticaron la labor de Javier Conde en la suerte de varas del quinto de la tarde, un manso de Jerónimo Pimentel que fue picado en la querencia de la puerta de toriles. Al malagueño se le atribuyó un supuesto desorden o “herradero” por el desplazamiento del picador de turno por el ruedo, en la creencia equivocada de que sólo se debe picar en el sector opuesto a los toriles.

Para evaluar lo ocurrido hay que recordar que durante la suerte de varas permanecen en el ruedo dos picadores “de tanda” que actúan por orden de antigüedad, picando el primer toro el de más remota alternativa. Del caballista que realiza la suerte se dice que es el “de turno” y del que no interviene se dice que “hace puerta”, pues se sitúa frente al portón de caballos. También hay que recordar que cada toro tiene su propio comportamiento que es único, incierto y variable. Por ello, la reglas de la lidia no son dogmas inmutables, sino principios esenciales que deben adecuarse a cada burel. Este axioma de la tauromaquia se aplica plenamente a la suerte de varas y a la elección del terreno para llevarla a cabo.

Los reglamentos taurinos no precisan un lugar exclusivo para esta suerte, sólo impiden practicarla en un área delimitada por dos circunferencias concéntricas trazadas sobre la arena. El reglamento que rige en Acho prohíbe citar al abrigo de las tablas y pasado el circulo de mayor diámetro. Se colige que es posible picar en cualquier otro sector del redondel, siempre que no se rebase estos límites.

Antiguamente, la suerte de varas se verificaba cerca de la puerta de toriles y a pocos metros de la barrera, donde aguardaban hasta tres picadores.  Este criterio fue variando desde las últimas décadas del siglo XIX –coincidiendo con los progresos en la selección ganadera y la crianza orientada hacia la nobleza del toro- para caer en el saco de la obsolescencia con la imposición del peto a los caballos en 1928 y el reglamento español de 1930.

Desde entonces ha prevalecido la tendencia de picar lo más apartado de toriles, lugar que se llama “contra querencia de toriles”. El objeto es darle oportunidad al bravo de mostrar su casta acudiendo a pelear en contra de una de sus querencias naturales: la puerta por donde salió al ruedo -a la que generalmente regresa para protegerse o intentar escapar. Pero como la conducta animal no sigue reglas fijas, también hay toros que se niegan a pelear en esa contra querencia. En este caso, se debe picar en otros terrenos; el diestro debe apelar a sus conocimientos y como director de lidia, ordenar al picador “de turno” trasladarse al lugar que considere adecuado para consumar la suerte. Y que los puristas no protesten porque nuestra normativa le otorga poderes suficientes, mientras que la española le asigna en forma expresa la facultad de fijar donde se pica a cada astado.

En este punto debo decir que el planteamiento de la suerte de varas tiene relación con la ubicación de las puertas de las plazas. En las mayoría de cosos modernos (sobre todo los construidos en el s. XX) la puerta de caballos es aledaña a toriles, de modo que en la lidia los montados mantienen posiciones antagónicas: el “de turno” en contra querencia y el que “hace puerta” próximo a toriles. 

Sin embargo, en otras plazas la suerte se propone de distinta forma debido a la situación de las puertas. En la plaza de Arlés en Francia, la puerta de caballos es opuesta diametralmente a la de toriles. En las corridas ordinarias, el que “hace puerta” se coloca en la puerta de caballos que es contra querencia, mientras que el caballista “de turno” pica a la mitad del arco del ruedo ovalado, en la zona de sombra y más cerca a los toriles. Esto varía en las corridas concurso de ganaderías, en las que solo actúa  un varilarguero que ahora si pica en contra querencia, delante de la puerta de caballos.

En Acho se han aplicado ambos criterios. Hasta hace unos años era usual picar a la sombra de los tendidos 4 y 5 que no es contra querencia de toriles, pero si lugar opuesto a la puerta de caballos. Últimamente, se hace en la contra querencia de toriles (tendido 8), que al estar cerca de la puerta de caballos, provoca que el que “hace puerta” no se emplee en el pórtico, sino a unos metros, bajo el tendido 13 de sol y sin llegar a contraponerse al “de turno”.

Lo que si es regla en todas las plazas es la posición que adopta el picador que “hace puerta” cuando el “de turno” cambia los terrenos fijados inicialmente: el caballista abandona la puerta de caballos o el lugar que ocupe, para trasladarse al sector opuesto al que adopta el “de turno”. Así también lo recoge el reglamento español, y en la misma línea, el mexicano.

En Lima, Javier Conde dirigió la lidia con acierto. El toro de Pimentel, luego de acudir al picador “de turno” Benito Quinta en la contra querencia de toriles, salió escupido tras recibir un picotazo en el anca, anunciando su rechazo por ese lugar.  Ante la dificultad para colocarlo nuevamente, el malagueño optó por cambiar de terrenos. Ordenó al “de turno” trasladarse hacia los tendidos de sol, andando con el lado derecho de la montura hacia tablas (sentido inverso al de las agujas de reloj, que es lo correcto), mientras que el peón de brega conducía al toro en esa dirección. En forma simultánea, el segundo picador dejaba la puerta de caballos para ocupar su nueva posición: el extremo diametralmente opuesto al que ocuparía su par del castoreño, situándose finalmente bajo el tendido 8.

Conde dirigió con acierto la lidia, tanteó los terrenos hasta hallar los propicios. Frente al tendido 15, el toro embistió y empujó al penco hasta el tendido 2, algo inimaginable minutos antes cuando huía de la contra querencia. El manso no fue bueno, pero mejoró nítidamente luego del primer tercio en que cambió de actitud y aceptó la pelea. En banderillas persiguió al peonaje y con la muleta tuvo fijeza y prontitud, pero la sosería propia de su poca casta provocó su rápido declive. 

Durante la suerte de varas no hubo desorden sino lidia, el toro no anduvo suelto por la arena dando oleadas, yendo o viniendo de los caballos o tomando capotazos innecesarios. En todo momento tuvo a su lado a un peón que controló sus embestidas, probando terrenos hasta encontrar el adecuado para que el picador en turno ponga la vara. 

La dirección de la lidia abarca la elección del lugar para ejecutar las suertes y su posible modificación. Conde dio en Lima una lección – casi desapercibida- de buena dirección de lidia.”No hubo ningún desorden, por el contrario, hubo mucho orden”, declararía luego de la corrida Javier Conde.

miércoles, 16 de agosto de 2006

sábado, 7 de enero de 2006

ESCUELA TAURINA DE VERANO EN EL CLUB "LAS PALMAS" DE ASIA

Este proyecto lo realice con apoyo de la directiva del Club Las Palmas, especialmente de Alvaro Muñiz y el Sr. Romero, para incentivar la afición en la gente joven que veranea en Asia y que siempre asiste masivamente a la tradicional corrida de Sábado de Gloria que acaba de conmemorar 25 años de haber sido instaurada.