Publicada en Revista Caretas, edición marzo de 2012
¿Fue usted a los
toros desde pequeñito?
No.
Yo fui solo a los toros. Sin duda mi interés por la historia del Perú,
favoreció mi gusto por esta afición. Empecé a ir cuando comencé a estudiar en La Católica.
¿Y qué estudiaba
en la Universidad
Católica?
Ingresé a La católica en el 90 para estudiar Derecho,
pero en estudios generales me incliné por la Historia y Arqueología.
Hice prácticas en el instituto Riva Agüero y también excavaciones con el hijo
de Luis Guillermo Lumbreras, en la Huaca Pucllana. Luego estudié en la facultad de
Historia, fui alumno de grandes maestros como Franklin Pease, José Antonio del
Busto y José Agustín de la
Puente. Pero el mundo académico era muy pasivo, retorné al Derecho
y me gradué en 1998.
¿Qué ambiente respiraba La Católica en aquella
época?
Ingresé
cuando Fujimori llegó al poder. La
Católica tenía una fuerte actividad política de izquierda con
presencia de gente muy radical. A la semana que ingresé estalló una bomba
dentro de la universidad en el campus y a los pocos días ocurrió la
desaparición forzada del estudiante Castillo Páez en manos de la policía. Con
el autogolpe y la represión de Fujimori, la actividad política disminuyó
considerablemente.
¿Qué opinión le
merece la disputa entre la universidad y el Vaticano?
Es
una situación lamentable porque daña a una de las instituciones de verdadero
prestigio del país. Es un problema estrictamente jurídico sobre la propiedad
que reclama la Iglesia
y que debiera reservarse para los tribunales. Es penoso que las autoridades
universitarias den un mensaje equivocado al apelar a la pérdida de la
pluralidad y de la autonomía, dando a entender que ellas justifican desconocer
el derecho de propiedad. O promover la
movilización de alumnos para ejercer presión en la opinión pública y,
naturalmente, en los jueces. La pluralidad académica y cualquier otro fin, por
más altruista que parezca, no pueden imponerse al derecho de propiedad, que
debe ser aclarado por los jueces sin presiones de ningún tipo.
Hoy es usted un
taurófilo empedernido y a pesar de empezar tarde su afición lo ha llevado a ser
hoy un periodista taurino.
Los
toros inspiran la sensibilidad artística. Esta fiesta posee una riqueza enorme
que inspira el desarrollo de las artes y otros quehaceres como la pintura,
escultura, música, poesía, novela, crónica, historia, etc. El periodismo me
permite expresarme con independencia y libertad. Escribí mi primer artículo
hace doce años en el portal Mundotoro, de ahí no he parado de hacerlo en
diversos medios. El año pasado también me ocupé de la crítica de las corridas
de la feria limeña para Expreso, donde colaboro últimamente.
¿Algunas otras
aficiones? ¿Deportes?
Arte
en general, literatura, ópera. He jugado al fútbol, he hecho full contact y
gané un torneo internacional en el Perú de artes marciales. También he hecho
bicicross y vóley y en atletismo salto largo
lanzamientos de disco, jabalina y bala.
Usted vive del
Derecho.
Yo
vivo del Derecho aunque siempre he tenido interés por investigar y escribir.
Estoy especializado en Derecho de empresas y minería, he trabajado para empresa
de Perú y Chile por algunos,
¿Se preocupa por
la minería? ¿Qué opina usted sobre los problemas en Conga?
Hay
que diferenciar los justos reclamos sociales del oportunismo político e
ideológico. Los primeros deben ser atendidos y la minería responsable lo hace,
ante los otros el Estado debe actuar con energía e imponer orden y autoridad,
utilizando la fuerza de ser necesario. La violencia no puede paralizar una
región, ni truncar el futuro de los peruanos que dependemos de la minería, que
es la verdadera responsable del progreso reciente y en muy menor grado la
gastronomía o los emprendedores por más
que la publicidad nos venda eso. Ésta es mi firme opinión.
¿Cómo usted se
animó a escribir tres libros sobre historia taurina?
Porque
me permite satisfacer dos hobbies: los toros y la historia. Quiero rescatar el
valor cultural de la fiesta a través de trabajos que tengan rigor académico.
Cuénteme de sus
libros.
Mi
primer libro Morado y Oro tuvo muy buena acogida. Se agotó la edición
rápidamente. El libro reúne más de 300 anécdotas, curiosidades y hechos
insólitos de la feria limeña desde que fue creada en 1946. Son las vivencias
que todos siempre comentan en reuniones y charlas. La investigación tomó 5 años
entre trabajo de campo y de gabinete. Estoy preparando una segunda edición. Mi
segundo libro El bicentenario trata sobre la feria del bicentenario de la
plaza de Acho en 1966, la más exitosa de todos los tiempos, con el triunfo
magistral de Antonio Ordóñez, las actuaciones memorables de Antonio Bienvenida,
Paco Camino, El Viti, El Pireo y del famoso toro “Ponchoroto” de la ganadería
Jaral del Monte. El principal objetivo del libro fue proponer una solución
definitiva para restaurar la plaza de Acho, para que en el 2016 celebre dignamente
sus 250 años. Acho no puede continuar en
el abandono en que se encuentra, ni en medio de la inmundicia que la rodea.
¿En qué consiste
esa propuesta?
Consiste
en convertir a Acho en el principal lugar turístico de Lima, aprovechando las
fortalezas y ventajas competitivas que no están siendo aprovechadas: ubicación,
monumentalidad, restaurante, ruedo, graderías, caballeriza y museo. La plaza
puede recibir diariamente a cientos de turistas para conocer el coso, su museo,
almorzar y disfrutar de espectáculos de caballos de paso, música y danzas
típicas. Todo el criollismo en un solo
lugar y dentro de Lima. Esto asegurará su restauración y su conservación en el
tiempo. Para ello se requiere invertir en una restauración de alta calidad, a
cambio de de la explotación del recinto por los años que económicamente
correspondan.
¿La propuesta se
va a ejecutar?
Si,
a raíz de un artículo que publiqué en la revista Semana Económica, la Municipalidad de
Lima se ha interesado por la propuesta y la ha promocionado en foros
comerciales. A inicios de este año, la empresa CICOTUSA de Ecuador, que maneja
la plaza de toros de Quito, ha presentado un proyecto de inversión privada por
más de 11 millones de dólares para restaurar Acho y el barrio taurino. El
proyecto está siendo evaluado por la Municipalidad que realizará los estudios técnicos
para luego proceder a un concurso público.
¿Su tercer
libro?
Está
fresquito y se titula Enrique Ponce. 20 años de toreo en Lima.
Yo pertenezco a la era de Enrique Ponce, el mejor torero de la actualidad y uno
de los mejores de la historia.
¿Por qué muchos no comprenden la fiesta
de los toros?
La
fiesta no tiene que ser comprendida sino respetada. Las culturas no se aceptan
o rechazan, Tampoco se destruyen. Algunos no se percatan de que existe una
cultura taurina que es compartida por millones de peruanos en centenares de
pueblos del interior. Es un patrimonio común que une, identifica y cohesiona a
peruanos de distintas clases y procedencias.
¿Qué opina sobre la corriente para abolir
las corridas?
Existen
movimientos organizados que son portavoces de una cultura dominante que
pretende eliminar a otra. Esto se llama “avasallamiento cultural” y siempre ha
existido y es responsable de la pérdida de gran parte de la riqueza cultural de
la humanidad. Hoy es más peligroso porque el intercambio de información es más
veloz y puede penetrar fácilmente en otras culturas. La globalización ha
potenciado esta amenaza. En contrapartida, los derechos culturales se han
fortalecido en la última década dando lugar a una corriente mundial de lucha
por la protección de la diversidad cultural que lidera la UNESCO y que está avalada
por la mayoría de países, al haberse adherido a los convenios sobre esta
materia. Estas normas obligan a proteger las culturas ante los embates de este
lado perverso de la globalización.
Entonces ¿es posible prohibir las
corridas de toros en el Perú?
No
es posible porque la
Constitución lo impide. Acabo de escribir una investigación
que concluye en que la prohibición o cualquier medida restrictiva, violaría el
derecho humano a la cultura protegido por la Constitución, así
como una docena de tratados internacionales que lo amparan. Se trata de un
nuevo enfoque a partir de los derechos culturales, para defender la fiesta en
cualquier país que haya suscrito esos tratados.
¿Sería
contradictorio para un gobierno que proclama la inclusión social?
Definitivamente
porque es la fiesta de cientos de pueblos del Perú profundo. Se abriría una
división entre peruanos que podría generar movilizaciones por una necedad
innecesaria. El reclamo de los detractores se soluciona no asistiendo. Pero hay
un sector de nuestra sociedad que es
intolerante y prepotente, se ve frecuentemente en las redes sociales. Y los toros es un caso límite, que nos
muestra esa intolerancia. Esto se agudiza en los más jóvenes, pero esto va de
la mano con los bajos niveles de educación.
¿Para usted la
educación es el gran problema del Perú?
Es
el primer problema y afecta a todo nivel. La ignorancia y la demagogia son
responsables del retraso de este país, como de la subsistencia de las fracturas
sociales. La educación está dominada por un ente que es rezago del velasquismo,
que exacerbaba un falso nacionalismo mirando al pasado o alimentando complejos
en contra de España o Chile. Mire, en dos mil años, Europa ha soportado las
guerras más devastadoras y aún así está en un proyecto común, mirando hacia el
futuro. El Perú debe seguir esa línea y
no la del lamento.
¿El pueblo es el
culpable, entonces?
La
educación y la cultura es un problema transversal de la sociedad peruana. La
elite no se salva. Mire Ud. la lectoría de El Trome supera los 25 puntos en los
sectores A y B, igual es con los programas de chismes y farándula. Se lee muy
poco, casi no hay librerías, las galerías de arte están vacías, los teatros son
enanos, 10 años demoró decidir la restauración del Teatro Municipal que fue
reinaugurado con el mismo número de butacas que tenía hace 100 años. Esos son
indicadores cotidianos de nuestro bajo nivel cultural.
¿Hay una
responsabilidad histórica en la clase alta peruana?
Sin
duda porque es la que concentra más recursos y posibilidades y sólo está
enfocada en generar riqueza. Es sorprendente su desinterés por la política. No
sólo me refiero a la élite económica, sino a las personas más capacitadas. La
élite ha abdicado a la responsabilidad de conducir el país. Hace mucho tiempo
que el Parlamento y el Poder Judicial, o sea, dos tercios del Estado, fueron
entregado a personas (la mayoría, no todas) que no tienen los méritos adecuados.
Por eso el oportunismo, la corrupción y tanto indeseable suelto
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