lunes, 24 de noviembre de 2003

CRONICA DIARIO "SINTESIS". TARDE DE CONTRASTES EN ACHO


Por Jaime de Rivero

Cesar Jiménez triunfó en la anunciada encerrona en solitario con toros de D. Roberto Puga, el saldo de la corrida fue de tres orejas y puerta grande. Una más con las que el diestro español suma cuatro salidas a hombro consecutivas de la plaza de Acho.

La tarde tuvo de todo. Interés, ilusión, protesta y triunfo. El encierro adoleció de presencia, muy terciado, con poca romana y justito de edad; en síntesis, toros que no correspondían a nuestra plaza, lo que perjudica a todos sin excepción. De positivo tuvieron nobleza y codicia propia de su casta. La corrida se desarrollo entre protestas por la escaza presentación de los toros, excepto los lidiados en primer y sexto lugar. La bronca fuerte surgió a la salida del cuarto, un burraco muy chico que no debió seleccionarse para Acho. La queja por el que hizo quinto fue injusta, pues el público se dejó guiar por las tablillas que en claro error indicaban 423 kg., cuando si cumplía el peso reglamentario, según la pizarra y el volumen del animal.

La polémica sobre el peso y presentación de los toros está servida, se deberá revisar el art. 175° del reglamento que autoriza lidiar toros de 450 kg. en plazas de primera categoría, e insertar la posibilidad de cambiar un burel por razones de trapío luego de su salida al ruedo, pues el reglamento no lo permite. Aunque esto podría ser muy complicado y costoso, dado la poca disponibilidad de toros en nuestro medio.

Cesar Jiménez es un torero de detalles y maneras toreras muy estudiadas. Ceremonioso en todos los rituales de la lidia, desde su andar por el paseíllo hasta su respetuosa forma de recibir los trofeos, pasando por un garboso paseo por los tendidos de sombra con el capote de seda o la delicadeza con la que lo entrega al mozo de espadas. Señales que indican una vocación especial y que se resume en una palabra: Torería.

Con el que abrió plaza, estuvo bien en sus lances de recibo a pies juntos y por verónicas, haciendo gala de una serenidad pasmosa ante la embestida del animal. Inició su muleteo con una serie de doblones que tenían por objeto que el toro humillara (bajar la cabeza), pues recibió poco castigo en el tercio de varas.  La faena se sustentó en los derechazos, suaves y ligados, aprovechando la nobleza del animal. El toro se aplomó y no pudimos ver la dimensión del toreo natural. En sus primeras series toreó muy rápido, imprimiendo mayor velocidad que la necesaria a su muleta, obligando al toro a un desplazamiento acelerado (posible por su fijeza y nobleza) que terminó por agotarle prontamente.  Tomó el acero en buen momento, evitando que el astado se pasara de faena, lo que siempre complica la suerte suprema.          

Mató de una estocada baja. La autoridad le concedió una oreja que no fue pedida, pero tampoco protestada durante la vuelta al ruedo. El público debe aprender a expresarse con pañuelos blancos. La autoridad debe aprender que la oreja se concede si la mayoría lo pide y agita esos pañuelos.

En la suerte suprema Jiménez fue reiteradamente desarmado durante la tarde. Eso ocurría porque no marcaba el primer tiempo del volapie que es echar la muleta al suelo para que el toro humille y tome el engaño. Así, el animal se descubre y deja espacio para que el torero se eche por derecho a clavar el estoque, mientras vacea la embestida hacia fuera con un ceñido pase de pecho, haciendo que vuelva la cabeza a la izquierda, creando el espacio para salir indemne de la suerte. Jiménez entraba en recto pero con la muleta a media altura, sin hacerle humillar del todo y tapándole la cara, con lo cual el toro derrotaba pronto y enganchaba la muleta. La nobleza del astado y la velocidad de la suerte, le ayudaron en sus ejecuciones. 

El segundo de su lote fue noble, fijo, tuvo más pies y la virtud de humillar desde los primeros lances. Jiménez abusó del toreo por derechazos y del medio pase, jamás intentó por naturales, que es como se hace el verdadero toreo, el más bello. Recurrió al pico de la muleta, aliviándose sin necesidad ante un toro noble. Citaba con pico o a veces la presentaba plana para luego ponerla oblicua y desviar la embestida. Mató de una estocada baja y atravesada, eternizándose con la cruceta. Pitos para el toro y el torero.

El pico de la muleta es el extremo de la tela más lejano al cuerpo del torero. Torear con el pico es ventaja cuando alivia la embestida, haciendo que el toro pase lejos lejos del cuerpo. Es toreo de expulsión contrario al buen toreo que es de reunión.  Cuando se usa el pico, el toreo es más lineal. El pico perjudica cuando se exagera. Y así ocurrió en dos ocasiones que Jiménez citó con mucho pico, el toro tomaba la muleta tan abierta y alejada que se le iba de la suerte (expulsión) y el muletazo terminaba ahí mismo, cuando comenzaba, debiendo el matador recoger al astado para iniciar nuevamente la tanda.

Ahora, esto del pico es relativo como mucho en este arte ya que se puede torear con pico y sin ventaja, si se deja que el toro pase cerca. Algunos piensan con error que torear con el pico tiene relación con el modo de coger el estaquillador, cuando esto tiene que ver con la comodidad. Si uno coge una muleta lo primero que notará es el gran peso que dificulta su manejo. Por eso los toreros se ejercitan para fortalecer sus muñecas. El estaquillador se coge generalmente en función al peso de la tela , al punto de equilibrio que tenga la muleta y, claro esta, de acuerdo a la comodidad de cada diestro.

Al tercero lo recibió por chicuelinas, logrando lucirse en un bello quite por navarras muy ovacionado. Inició la faena de rodillas para luego ir por naturales, citando con el medio pecho y bajando la mano. Fue acortando las distancias conforme el toro iba perdiendo gas, para terminar con medios pases. Mató de un estocada entera y cuatro descabellos. Silencio y pitos en el arrastre.

La lidia del cuarto y quinto estuvo llena de protestas, por lo que Jiménez poco pudo hacer.

El sexto toro salvó la tarde y las protestas cesaron cuando apareció en el ruedo. Bonito de tipo, fue fijo y codicioso con los engaños.

Los lances iniciales fueron algo inciertos. En varas recibió un puyazo con poco castigo, esto último es preferible al mono puyazo eterno y salvaje. Tal vez debió ponerlo en suerte para una segunda vara de ley, en vez de simular una pica sin puya.  Esto sirvió, finalmente, para mostrar la bravura del toro, pues se arranco al galope (algo tardo), regresando a pelear al caballo, donde ya le habían lastimado antes. Imagino que Jiménez quiso por sobre todo no malograr al toro; pero no fue justificado, además, estrellarlo de lleno con la acorazada de picar puso en peligro las facultades del astado que bien pudo quedar lastimado luego de la colisión.  

Inició  la faena con varios derechazos de rodillas ligados en el tercio. El toreo fundamental fue por ambos pitones. Los naturales iniciales fueron más largos, citando de frente con la muleta adelante y rematando atrás. Las tandas siguientes fueron a menor distancia, toreando más cerca pero perfilado y con medios pases, conforme el toro iba reduciendo el ímpetu en sus acometidas.

Mató de estocada entera algo tendida que le valió para cortar las orejas, reconciliándose así con la afición que agitó sus pañuelos para premiarle. Muy mal los peones españoles que cargaron a Jiménez.  Se dio vuelta al ruedo a la res indebidamente, sin que la mayoría lo pida. !Otro yerro de la autoridad!

Lo de la música es incomprensible. O arranca muy rápido o muy tarde, pero nunca cuando debe. La música sólo cabe en una buena faena. Jamás en los primeros pases que son de tanteo. La música debe sonar cuando hay buen toreo fundamental (naturales y derechazos); el sentido común indica cuando, y a falta de éste sugerimos que no sea antes de la tercera serie de pases ligados y sin enganchones. Por otro lado, la banda ha corregido errores como tocar durante el despeje o continuar haciéndolo cuando el torero es cogido. Mal hace el público en acompañar la música con aplausos, lo que sólo ocurre cuando se interpreta el pasodoble "España Cañí". Es recomendable ejecutarlo en un ritmo que no incentive esta costumbre festivalera.  (Cuadrilla Taurina Síntesis: Jaime de Rivero, Fernando Aranibar, Enrique Sifuentes y José Miguel Salcedo)


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