Crónica publicada en el diario "Expreso", el 21 de noviembre de 2011.
No todas las
tardes pintó Goya. No siempre contó con la inspiración y el sentimiento para
plasmar su alma en los lienzos. Porque el arte es de ese modo; no es leal a horarios,
fechas ni compromisos. En los toros, como en algunas otras expresiones del
quehacer humano, ocurre exactamente igual. La impredecible providencia admite que toros y
toreros puedan decepcionar a las 3.30 en
punto, la hora mágica del toreo.
Hay corridas
buenas y malas, pues dependen de toros y toreros. Sin embargo, el rito taurino posee
una ética que es ineludible cada tarde. Es la del toro íntegro, con edad, peso
y trapio. Sin no se cumple este presupuesto, el espectáculo pierde su esencia, el
valor distintivo y el respeto de su público. La corrida de ayer no cumplió a cabalidad este
requisito. Los dos primeros y el cuarto fueron novillos duramente protestados. Este
error, como el de echarlos por delante, marcó el sendero por el que discurrió
la tarde y que seguramente influenció en el comportamiento de los espadas.
Que Iván Fandiño
salió a hombros de Acho, es un hecho objetivo. Pero lo hizo con sutileza, tan de
a pocos que casi nadie se había dado cuenta cuando lo izaron a hombros. Cortó
una generosa oreja y otra más justa con el que cerró plaza. Tiene tres trofeos y
una puerta grande, es valiente y entregado, pero no ha calado en esta afición.
Y no lo ha
conseguido porque no ha sabido aprovechar cabalmente toros de dos orejas como
el jabonero sucio que se corrió ayer en tercer lugar y que acudía galopando
desde los primeros lances. Tras escupirse en la suerte de varas, tomó bien las
banderilleas para luego repetir en la muleta.
El diestro lo toreó por derechazos dándole aire y distancia, pues el
burel no admitía cercanías. Mató de un pinchazo y una estocada tendida. Al
sexto, que era manso y remiso a embestir, lo bregó acertadamente llevándolo a
los medios con el capote por delante. La suerte de varas fue un vía crucis de
intentos para picar al huidizo animal. Con la tela, se acopló a las embestidas
del mansote, logrando series de derechazos que fueron mejores cuando acortó las
distancias. Se echó a matar y colocó la espada en todo lo alto con la que
finalizó su labor, también premiada con un apéndice.
Fandiño se ha superado
respecto a la tarde anterior. Agradó con su predisposición, con sus pases
cambiados, los estatuarios y las manoletinas finales. Cumplió la papeleta pero
le ha faltado dar lidia a sus toros para colocarse en el gusto de esta vieja
plaza.
La actuación de César
Jiménez estuvo marcada por las condiciones de su lote. La plaza quería
reencontrarse con este madrileño que en 2002 salió a hombros en tres tardes
consecutivas y ganó el escapulario. Con el que abrió plaza intentó de capote pero
el toro se frenaba con peligro. En la muleta se revolvía y había que llevarlo
toreado hasta el final siempre con la muleta a media altura. Así lo entendió a
mitad de faena y sobre el final logró momentos de mayor lucimiento. Acabó de
media estocada, tendida y trasera. Quedó inédito con el cuarto que era manso,
huidizo y reservón. No hubo forma de sacarle partido. Acabó con él sin mayor
relevancia. Silencio para el torero y pitos para la res.
El santo le dio
la espalda a Juan Carlos Cubas, quien tuvo una tarde para el olvido y se despidió
entre cojines y bronca. Al corrido en segundo lugar, que se colaba
descaradamente, lo despachó como correspondía, aún así algunos improvisados de
sol protestaron sin que nadie supiera porqué. La ruina llegó con el quinto. Estuvo
medroso, desorientado y fuera de sitio ante un manso al que había que pararse
con la pata delante para imponer autoridad. No lo hizo y el toro creció en el
ruedo sin que el huancaíno pudiera evitarlo. No pudo descifrar a este manso
gazapón que acudía y repetía sin mucha claridad. No acertó con el estoque y el
público en chunga aplaudió el arrastre, a los gritos de ¡Toro ¡ ¡Toro¡
(JAIME DE RIVERO)
Con media entrada en tarde soleada, se lidió un
encierro de San Esteban de Ovejas que resultó manso y deslucido. 1°, 2°y 4°
anovillados y pitados en el arrastre. Mejor presentados el 3°, 5° y 6°. Jimenez (saludo del tercio y silencio), Cubas
(silencio y pitos), Fandiño (oreja y oreja).
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