Por:
Jaime de Rivero B.
La
Municipalidad de Lima, de quien depende la plaza de Acho, debe licitar con
urgencia la feria de 2012. El tiempo se acorta y ya se debe contar con la
empresa ganadora que inicie los preparativos de la próxima feria; especialmente:
adquirir toros que lleguen con la edad, el peso y el trapío de una plaza de
primera categoría.
Por
información de la comuna limeña, la feria se licitará sólo por el año 2012, en
tanto se define el proyecto para restaurar Acho. El objetivo es que
inversionistas asuman la millonaria restauración a cambio de la explotación del
negocio turístico por varios años, con la posibilidad de incluir la
organización de la feria o separarla de este gran proyecto. La finalidad suprema
es recuperar íntegramente el recinto de Acho para celebrar por todo lo alto sus
250 años de existencia, en 2016.
Para la
próxima licitación, la Beneficencia y el municipio deben convencerse de una vez
que una mala gestión de la plaza de toros les causa un enorme daño a largo
plazo porque ahuyenta a los asistentes y destruye la afición. No sólo refiero
al público golondrino, sino al aficionado auténtico que debe formar una coraza
irreductible en tiempos de crisis.
La
notoria disminución de asistentes a Acho en las últimas tres décadas ha sido
provocada por la informalidad y el incumplimiento de varias empresas que desmotivaron
a miles de aficionados que dejaron de ir a los toros. Esto se vio favorecido y hasta alentado por
la falta de control sobre el producto final, en connivencia con muchas
autoridades que no cumplieron su función fiscalizadora. Y sobre todo ello, el
absoluto desinterés y la nula capacidad de gestión de la Beneficencia.
La falta
de control municipal es parte del presupuesto de la fiesta en el Rímac. Por
ello, la propietaria debería establecer mecanismos para supervisar la calidad del
espectáculo que se ofrece en su plaza a fin de preservar a su principal fuente
de ingresos: el público.
La licitación
de Acho siempre ha estado definida por quien ofrece más dinero por concepto de
arrendamiento. Este sistema prioriza la recaudación, descuidando la calidad del
producto. Justamente esto es lo que ha ocurrido en las últimas décadas con
empresas que cumplieron con pagar la renta, pero a costa de la calidad del
espectáculo.
Una solución
es optar por un sistema de licitación orientado a la calidad y con visión de
largo plazo. El ganador no debe ser quien ofrezca más dinero por la plaza, sino
quien asegure un espectáculo de mayor calidad, con más corridas, mejores
toreros y buen ganado. Y con entradas al menor precio posible sin perder
rentabilidad. Con esta fórmula que se aplica en otros campos, se satisface al
cliente y se asegura su asistencia futura. El negocio podría consolidarse en
corto plazo, lo que redituará mayores beneficios para la propietaria en los
próximos años.
La licitación
debe procurar la calidad para que luego se genere la rentabilidad. Y no al
revés, como ha sido la fórmula que tantas veces ha fracasado en Acho. La Beneficencia no debería conformarse con una ganancia ciega o prefijada, que
puede terminar destruyendo la feria por el incumplimiento de la empresa y la autoridad.
Esta
forma de licitación podría complementarse con incentivos sobre resultados que estimulen
a la empresa a brindar un espectáculo de primera categoría. Por ejemplo, la
ampliación del contrato por uno o más años, sólo debería otorgarse si se ha
logrado elevar el número de abonados durante tres años consecutivos de gestión,
que sería una de las formas más objetivas de medir y premiar el éxito
empresarial.
Hay
muchas medidas que se pueden implementar en un programa estructurado para revaluar
la Feria del Señor de los Milagros. Es urgente que la Municipalidad de Lima y
la Beneficencia cambien el enfoque que tienen de Acho y descubran que bien
administrada puede convertirse en una enorme fuente de riqueza.
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