miércoles, 31 de julio de 2024

APLAUSOS : PACO CAMINO: SUS TRIUNFOS EN ACHO Y UNA DETENCIÓN QUE TERMINÓ EN FIESTA

 

PACO CAMINO: SUS TRIUNFOS EN ACHO Y UNA DETENCIÓN QUE TERMINÓ EN FIESTA* 

Escribe Jaime de Rivero

*Artículo publicado en Aplausos el 30/07/24, por el fallecimiento del maestro Paco Camino.


La década de los 60 del siglo anterior fue una época dorada en la historia de la plaza de Acho, son los años de consolidación de la feria del Señor de los Milagros, en la que la mejoría del ganado nacional, los carteles de grandes figuras y la conducción empresarial de Manolo Chopera, la posicionaron como la primera de América.

Paco Camino fue protagonista de aquel momento crucial para Acho, intervino en siete ediciones del ciclo limeño, estoqueó 42 toros en 21 tardes, con un saldo de 10 orejas. 

Se presentó en Acho con toros de Las Salinas, la tarde del 23 de octubre de 1960, acompañado de Diego Puerta y Rafael de Paula, en la que cortó un apéndice al segundo de su lote, tras una faena con arte e inteligencia.  En su segunda comparecencia, recibió dos orejas y salió a hombros con Diego Puerta, en una gran jornada en la que Curro Romero perdió tal privilegio por marrar con la espada. Camino cortaría otra oreja en la última corrida de esa feria.

Al año siguiente, triunfó con toros de Juan Pedro Domecq, compartiendo cartel con Jaime Ostos y Curro Romero. Dejó dos buenas faenas para el recuerdo; perdió las orejas del primero con la espada y paseó las del segundo, abriendo por segunda vez la puerta grande de Acho.

Ausente de la feria de 1962, tuvo una participación irregular en la edición de 1963, en las que alternó buenas faenas con sonoras broncas. Destacó en una gran faena al bravo "Cubito" de Las Salinas que Camino se apresuró en matar cuando se pedía el indulto, perdiendo las orejas simbólicas que habría ganado de no haber pinchado, pues finalmente al toro se le perdonó la vida. 

El Niño Sabio de Camas fue protagonista principal de la Feria del Bicentenario de Acho, celebrada en febrero de 1966. Toreó en las tres corridas de toros del ciclo que reunió a toreros muy queridos en Lima como Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez, Santiago Martín El Viti, Manuel Cano El Pireo, así como grandes maestros en retiro.  Sin suerte en las primeras tardes, cortó dos orejas y salió a hombros junto a Ordoñez, en la de cierre alternando con El Viti y El Pireo.

Aquel año también actuó en la feria del Señor de los Milagros, teniendo actuaciones irregulares por la espada, a pesar de que era una de sus grandes fortalezas.

En 1967 se negó a matar un toro de La Viña, siendo arrestado por la Guardia Civil y conducido a una comisaria en donde estuvo detenido por 24 horas.

Dos semanas después del escándalo, Camino volvió a Acho decidido a defender su sitio. Desorejó a Limonero del hierro portugués de Coimbra, derrochando valor y vergüenza torera. La vuelta al ruedo fue apoteósica recogiendo prendas y obsequios. Aquella tarde, para reconciliarse con la afición, tuvo dos gestos apreciables, regaló un toro del hierro de Felipe Bartolomé, acaso en reemplazo del que no quiso matar, y al doblar el del triunfo, se llevó a los labios un puñado de arena del ruedo. A pesar de la tarde infausta, el jurado que declaró ganador del Escapulario de Oro a Curro Girón, otorgó un premio especial a Camino por la faena al toro de Coimbra.

En 1968 regresó a Lima para intervenir en la última corrida del serial. A modo de nueva disculpa, donó sus honorarios a instituciones de caridad. Cortó una oreja al primero de su lote, dejando en la retina de la afición unas verónicas a pies juntos que hicieron rugir Acho como pocas veces se recuerdan.

Su última feria fue la de 1976, tomó parte en dos corridas en las que ratificó su categoría de maestro del toreo. Cortó una oreja en la primera tarde, en la que brilló con doblones y naturales preciosos con los que sometió a un huidizo de Yéncala.

Paco Camino siempre tuvo una deuda pendiente en Acho, a pesar de sus triunfos importantes no logró esa faena apoteósica que lo habría encumbrado como Torero de Lima, y que si obtuvo en México y Colombia. La afición limeña siempre le dio la oportunidad de alcanzar el sitial que tuvieron Belmonte, Joselito, Manolete, Luis Procuna o Antonio Bienvenida, pues de una u otra forma siempre quiso hacerse caminista, sentía que le correspondía por derecho propio y por eso, a pesar de los vaivenes y el infortunio, siempre hubo devoción y esperanza en su toreo de clase y sabiduría.

El volapié que hizo escuela

En Lima fue celebre el volapié con el que acabó con “Ballenero” de la ganadería de Huando, en la feria de 1960, y por el que recibió dos orejas y dio dos vueltas al ruedo, una por la valiente faena y otra por la magnífica estocada.  Los aficionados de antaño coincidían en que este volapie junto con otro de Rafael Ortega en 1951, eran los mejores ejecutados en Acho durante los años de la feria.

El respetado fotógrafo peruano Enrique Campbell, inmortalizó aquel volapié en una placa perfecta que recorrió el mundo a través de muchas publicaciones. Durante décadas, una reproducción ampliada se exhibía en los exteriores del museo de Acho los días de corrida, como una forma de inculcar en los aficionados la correcta ejecución de la suerte que la plaza debía exigir. Un estándar elevado que se ha mantenido hasta la actualidad en Acho.

 

La detención con fiesta

Ocurrió el domingo 29 de octubre de 1967, tras una primera bronca por abreviar indebidamente con uno de Yéncala, el público estalló en furia cuando se negó a matar al segundo sobrero de La Viña, que a pesar de su bella estampa era remolón y no embestía. 

Inició el muleteo con demasiada precaución y con solo dos pases se perfiló y pinchó en la suerte mayor, provocando la ira de los tendidos. Al segundo pinchazo, la bronca ya no tenía control. El sevillano ordenó a su cuadrilla retirarse al callejón y se negó a repetir la muerte, sentándose en el estribo a esperar los tres avisos. El Viti, Curro Girón, Paquirri y El Cordobés intentaron persuadirlo para que termine con el astado, sin que cambie de parecer. 

No fueron necesarios los avisos, pues de inmediato la autoridad ordenó encerrar al toro, multó al diestro y ordenó su arresto por 24 horas.  Sin esperar el final de la corrida, el de Camas fue detenido y conducido por miembros de la Guardia Civil a la estación de policía de El Pedegral.

El comisario, que estaba en la plaza, resultó ser gran aficionado y no tuvo mejor idea que celebrar la visita obligada del peculiar infractor. Aficionados, periodistas y hasta sus compañeros, Curro Girón y El Viti en traje de luces, lo acompañaron en este peculiar encierro que terminó en fiesta.  El Cordobés llevó comida y licor para atender a los que iban llegando, como también una guitarra con la que cantó canciones flamencas.

Después del desayuno jugaron un partido de futbol con los policías y algún detenido en el patio de la comisaría. El Cordobés tomó el puesto de arquero y Camino el de delantero. Cumplidas las 24 horas de arresto, abandonó la estación en medio de una nube de curiosos. El Cordobés se retiró riendo, sin medias, zapatos ni casaca. A un periodista le respondió protestando por el doble castigo, prisión y multa, que consideraba injusta: “A cualquiera le puede pasar. Paco es un torero responsable, pero suelen ocurrir imponderables”.

Todo lo acontecido durante la detención tuvo cobertura en los medios de prensa y a los pocos días el comisario fue relevado de su cargo y promovido a una lejana dependencia.