LA PLAZA
PROTESTA (Revista CARETAS)
La mala presentación
del ganado frustró la primera corrida de toros en Acho. Fernando Roca Rey se
despidió de la afición, cortó una oreja y salió en hombros. Jesús Enrique
Colombo también se llevó un apéndice del bravo “Algarrobo” de La Viña, al que se le dió la vuelta al ruedo.
Escribe Jaime de Rivero
Toro, torero y público son los pilares
esenciales sobre los que reposa el toreo, son necesarios e insustituibles,
basta que uno falle para que el espectáculo no sea posible. Se debe recordar
que toro es el que reúne la edad, el peso y el trapío reglamentario. Y eso no
salió por chiqueros el último domingo en Acho, en que, sin aviso previo, se
remendó la corrida de Juan Manuel Roca Rey con tres astados de La Viña, que
-salvo el sexto- tampoco cumplieron en presencia. Todo ello con la anuencia de
la autoridad que es el Municipio del Rímac.
En esta página hemos señalado a la empresa que no
debe ofrecer corridas de toros sin toros (“Sin
toros no hay paraíso”, Caretas N°2617), porque atenta contra el público que,
de los tres pilares, es el más importante. Y lo es porque su dinero banca todo,
toro, torero y los que viven de ello. Burlar al público merma la asistencia
futura y la supervivencia de la plaza, tal como expliqué en el artículo La Ruina de Acho de 2013.
El público protestó fuerte en los tendidos, con
reclamos, bronca y bocinazos de diverso calibre. Concluido el festejo, el
malestar se trasladó a las redes, en donde las quejas han sido numerosas, con comunicados
de las peñas El Puntillazo, Centro Taurino de Lima, entre otras.
Al aficionado lo defiende la autoridad, pero
esta no cumple su función y, por el contrario, da pase a encierros indecorosos.
Con una autoridad fuerte y respetable, la calidad del espectáculo estaría
garantizada, tal como ocurre en las principales plazas del mundo.
Pero tampoco podemos desconocer nuestra realidad, en la que existen muy pocas ganaderías que críen toros con el trapío y la regularidad de juego que las haga elegibles para Acho. No hay de dónde encontrar reemplazos. Por ello, rechazar un encierro conlleva a suspender la corrida y devolver el dinero de las entradas, y eso no conviene a la empresa, mucho menos a la autoridad y a la Beneficencia, que también perderían ingresos e impuestos. Entonces, todos bailan el mismo tango.
El problema es de números. En el fondo, los
incumplimientos se originan en las condiciones abusivas de alquiler que impone
la Beneficencia de Lima, con las que se asigna el 35% de la venta de entradas, que
con impuestos elevan el gravamen al 50% de los ingresos. Ni el negocio del oro
soportaría un sistema tan usurero, único en el mundo taurino, y que explica
–pero no justifica- los malabares y
vivezas para reducir costos y evitar pérdidas.
La Beneficencia debe cuidar al empresario y no exprimirlo
sin piedad, pues ello perjudicará la calidad del espectáculo. Es impostergable reestructurar
la licitación de Acho como explique en los artículos “Propuestas para la Licitación de Acho 2012” publicado en 2011 y “La Ruina de Acho”. La propuesta (1) consiste en abandonar el
actual esquema cortoplacista enfocado en la recaudación sin importar lo que
ocurra en el ruedo, y sustituirlo por uno de larga duración que priorice la
calidad como vehículo para aumentar el número de abonados y poder alcanzar ingresos
similares para la Beneficencia. No debe ganar quien más dinero ofrezca, sino el
que mayor calidad garantice al menor precio posible de las entradas, incluso
con una utilidad controlada como ocurre en otras actividades comerciales. Sin
esta reforma, la reincidencia y el mayor deterioro serán inevitables.
En cuanto a la corrida, Manuel Escribano poco
pudo hacer con su lote, que sirvió solo para los tercios de banderillas en que los
tres alternantes se lucieron.
Roca Rey cortó una oreja al quinto de la tarde,
tras un gran tercio de banderillas que compartió con su cuadrilla. Con la
muleta, aprovechó las buenas arracadas del astado para torearlo dejándosela
siempre en la cara y lograr la ligazón de los pases, especialmente, por el
pitón derecho. Por el izquierdo no se dejaba, los muletazos fueron de uno en
uno. Mató de una estocada arriba y recibió una oreja. Con el primero, remiso a embestir, poco pudo hacer.
Al final de la tarde, fue sacado a hombros de la plaza en reconocimiento a su
importante trayectoria.
El sexto fue un gran toro de La Viña, de nombre
emblemático para esa ganadería, “Algarrobo” (2), colorado, corto, bajo y de
buenas hechuras. Rindió con buena nota en nobleza, fijeza, clase y repetición. Jesús
Enrique Colombo, que ya tenía una oreja del tercero, lo toreó principalmente
por derechazos en tandas que encendieron a los tendidos. No aprovechó del todo
al animal, que pedía que le cuajaran muletazos por abajo para mostrar la real dimensión
de su bravura. Pinchó con la espada, perdiendo la salida por la puerta grande. Algarrobo recibió el honor de la vuelta al ruedo.
(1) El modelo de licitación debe ser modificado para orientarlo a la calidad, premiando al que más y mejores corridas ofrezca y con entradas a menor precio. En este aspecto, la gestión empresarial podría tener una utilidad controlada -como ocurre en otras actividades comerciales-, a fin de mantener una escala de precios accesible que asegure la supervivencia de la afición. Estos son asuntos que los aficionados unidos deberían debatir e impulsar de ser convenientes. (De Rivero, Jaime. (2012) “Propuestas para la Licitación de Acho 2012” ver en: http://eltaurinodigital.blogspot.com/2011/12/propuestas-para-la-licitacion-de-acho.html
Muy buena la crónica sobre como se aprecia una corrida y además bien documentada
ResponderEliminarDe los pocos cronistas que dice las cosas claras como corresponden, recogiendo el sentir del aficionado que se siente estafado, solo esperamos que los toros de este domingo cumplan con presentación porque sino se va a protestar muy fuerte
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