lunes, 14 de noviembre de 2022

EFE- ROCA REY CORTA TRES OREJAS EN ACHO Y RECIBE EL ESCAPULARIO DE ORO Escribe JAIME DE RIVERO

 

ROCA REY CORTA TRES OREJAS EN ACHO Y GANA EL ESCAPULARIO DE ORO

EFE  

Corresponsal Jaime de Rivero

En tarde nublada y con la plaza de Acho llena hasta la bandera, se celebró la tercera y última corrida de toros de la Feria del Señor de los Milagros, en la que han salido a hombros Andrés Roca Rey y El Juli, mientras que Arturo Gillio que tomó la alternativa, se llevó un trofeo. Concluida la corrida, el jurado oficial otorgó el Escapulario de Oro a Andrés Roca Rey, como máximo triunfador del ciclo limeño. El Escapulario de Plata fue concedido al toro Sabueso, de 492 Kg, del Puerto de San Lorenzo, lidiado hoy en primer lugar por Arturo Gilio.

Roca Rey dirigió la lidia del tercero del Puerto de San Lorenzo, noble pero escaso de fuerzas, con la finalidad de que no se pare y aplome, supeditando los dos primeros tercios a dicha condición.  El inicio fue con cambiados de rodillas y derechazos en los medios que son de la marca propia de Roca Rey, y que encendieron los tendidos bajopontinos. Dejó siempre al toro libre, a su aire, sin forzarlo, para luego meterlo en muleta y bajarle la mano por ambos pitones, aprovechando la prontitud, clase y repetición que mostraba en sus acometidas. Cuidó al toro, manejó muy bien los tiempos, con pausas y desplantes para no agotarlo. Concluyó la faena con el animal entregado, humillando en los redondos y otros pases finales. Roca Rey ejecutó la suerte suprema de manera correcta, aunque la estocada quedó caída del lado contrario. Recibió las orejas del toro, al que se le dio una vuelta al ruedo que no merecía.

El quinto de San Pedro, protestado por chico, fue complicado por manso, soso y mirón. La suerte de varas fue correcta en ejecución pero sin provocar pelea ni lucimiento, tampoco en banderillas.   Roca partió de las tablas para llevarlo con suavidad a los medios, en donde le propinó series por derecho de tres pases y el de pecho, sin  exigirlo demasiado. Instrumentó un muleteo efectivo, pero sin poder coronarlo por la sosería y vulgaridad del astado que no aportaba mucho y trasmitía muy poco.  Cuando el animal fue perdiendo facultades, hizo el toreo en corto o de cercanías, aguantando y ajustándose con el animal. El peruano intentó de todo hasta el final. Lo despachó de una estocada tendida y recibió una oreja.

El San Pedro que hizo de segundo, fue un manso declarado que de salida saltó al callejón y luego recibió fuerte castigo en varas, lo que es necesario con animales de esta condición para que cambien de comportamiento y no se aparten del pleito. También llevado a su aire por El Juli, el manso varió a mejor en el segundo tercio, ganando la fijeza necesaria para dejarse banderillear. El Juli hizo un trabajo esmerado, sobando y reteniendo al toro durante toda la faena para evitar la huida, esfuerzo que finalmente se materializó en una serie de calidad por pitón derecho que fue bien recibida por los buenos aficionados que analizan la lidia a detalle.  Falló con el estoque y descabello. Silencio.

Al cuarto de la Ventana del Puerto, El Juli lo fijó a la verónica llevándolo a los medios con gusto e inteligencia, aprovechando que tomaba los engaños con franqueza y decisión como los hacen los de su encaste, Domecq. El puyazo fue seguido por el quite por chicuelinas y la media verónica de remate, muy coreados por el público. En banderillas el toro mostró que humillaba y perseguía al peonaje, sin dolerse, tragando muy bien por el izquierdo. El Juli inició la faena con pases de tanteo conduciéndolo a los medios, principalmente por el lado derecho, bajándole la mano con lentitud, temple y pulcritud.  El español cambió de mano varias veces para intentarlo por el izquierdo, sin lograr cuajarlo del todo. Las series finales en redondo y la estocada arriba, rápida y efectiva, aunque algo trasera, le permitieron llevarse dos orejas. 

Arturo Gilio se hizo matador de toros con el primero de la tarde, un manso encastado del Puerto de San Lorenzo que salía suelto y tendía a cobijarse en tablas, pero que cambió en la muleta, sacando a flote un gran fondo de bravura. Se dolió en varas ni bien sintió la puya, sin recargar. Embistió galopando, con clase y codicia barriendo la arena. El toricantano estuvo acertado en el planteamiento de la lidia, consintiéndolo sin agobiar, para meterlo en la lucha y luego someterlo con derechazos de mano baja. El toro tenía una larga embestida, se rebozaba y regresaba con codicia a la tela una y otra vez. Con unas bernardinas a favor de la querencia de toriles, el mexicano concluyó su trasteo.  Se le escapó el premio por marrar con la espada varias veces. Recibió palmas.

Con el último de la tarde, otro manso de San Pedro que todo el tiempo buscó la barrera, Gilio inventó una faena aprovechando lo poco que ofrecía su adversario. El buen toreo de recibo a la verónica, fue seguido por el castigo en varas con un buen puyazo en el sitio.  No fue fácil de banderillear porque el astado se aplomaba en el tercio, sin arrancarse a los rehileteros que debieron salir a buscarlo, lo que conlleva mayor exposición y peligro.  En la muleta embistió cruzado, ceñido y descompuesto, complicando el acople inicial. Avanzada la faena, Gilio domeñó las embestidas, estuvo firme y arrimado, aguantó y mandó sobre al animal, hasta extraerle todos los pases que minutos antes nadie imaginaba. Torero inteligente y que soluciona dificultades, ha dejado una buena imagen en Acho.  La estocada fue magnifica y el toro rodó sin puntilla. Ganó a ley la oreja que se le concedió.

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