miércoles, 4 de diciembre de 2024

CARETAS: "LA GENIALIDAD DEL TORERO DE LIMA" UN REPASO DE SU TRAYECTORIA FINAL Escribe JAIME DE RIVERO

 


LA GENIALIDAD DEL TORERO DE LIMA*


Repasamos la extensa trayectoria de Enrique Ponce en la plaza de Acho. El domingo 3 de noviembre hizo su último paseíllo, en mano a mano con Joaquín Galdós y toros de El Pilar.

 

Escribe Jaime de Rivero

*Artículo públicado en Caretas el 30/10/2024, actualizado  con posterioridad a la corrida despedida, y que contiene los números finales de Enrique Ponce en Acho.


La afición de Lima se hizo poncista en un lejano 1991, cuando el maestro de Chiva debutó en Acho cortando dos orejas a Canuto de la ganadería Capiro de Sonsón, rindiéndose de inmediato a su toreo de conocimiento, técnica y poderío envuelto en la más fina estética. 

En los años siguientes, se sucedieron triunfos notables que lo fueron posicionando como el predilecto de Acho, ocupando el lugar que había tenido José María Manzanares, ídolo absoluto en las décadas de los 70 y 80.  En efecto, durante 20 años, entre 1993 y 2013, no hubo tarde en que Ponce no corte trofeos en el viejo coso, lo que no tiene parangón con torero alguno. Con el tiempo, se le hizo Torero de Lima, apelativo con el que la afición capitalina sólo ha reconocido a cuatro diestros: Luis Procuna, Antonio Bienvenida, Ángel Teruel y José Marí Manzanares.

La consagración en Acho fue en 1995, cuando obtuvo por primera vez el Escapulario de Oro del Señor de los Milagros, tras cortar cuatro orejas a una corrida de Xajay.

Ponce también obtuvo el galardón en el 2000, con la faena al toro Halcón de Parlade, premiada con rabo, que es el último otorgado en la feria y que, junto con el de Vicente Barrera de 1996, son los únicos concedidos en los últimos 49 años en Acho.

Triunfó clamorosamente en 2007, con una faena imposible al manso “Artista” de Bernaldo de Quiros, una de las más emocionantes que se recuerde, se le privó del Escapulario en medio de una gran controversia. 

Al año siguiente, arrasó en la corrida de Roberto Puga cortando cuatro orejas a su lote, lo que le mereció el tercer Escapulario, convirtiéndose junto con Paquirri en los únicos que en dos oportunidades han cortado cuatro orejas en corrida de tres espadas en los 78 años que tiene de existencia la feria del Señor de los Milagros. 

En el 2011, también obtuvo el trofeo del ciclo morado. 

En el 2014, nuevamente se llevó el premio por la faena total a uno de Roberto Puga, al que desorejó con un toreo de máxima sabiduría, sobrado en temple, dominio y estética, expresión mayor de madurez del gran maestro.

 

Palmarés de Ponce en Acho: 

El valenciano es quien más ferias ha toreado, 20, por encima de José Marí Manzanares que lo hizo en 17. Ha alternado en 24 corridas, en las que ha estoqueado un total de 49 toros, cortando 33 orejas y un rabo.

 

Es quien más veces ha ganado el Escapulario de Oro, 5, (1995, 2000, 2008, 2011 y 2014) y posee el record de salidas a hombros en la feria, 12, superando a Palomo Linares y Curro Girón que lograron 11, pero habiendo lidiado menos toros que ellos. 

Sin duda alguna, Enrique Ponce es el que más le ha podido a los toros en los 258 años de la plaza de Acho, al sumar más triunfos y trofeos que otros grandes como Rodolfo Gaona, Joselito, Juan Belmonte, Domingo Ortega, Manolete, Antonio Bienvenida, Antonio Ordoñez, El Capea o Manzanares, con una diferencia notable: nunca fue  abroncado por la afición de Lima.  

Enrique Ponce es uno de los toreros más completos e importantes de la historia, en cuya tauromaquia confluye lo mejor del toreo llamado “neoclásico” que se nutre de la línea de Joselito, Manolete, Ordoñez, Camino y Manzanares, todos ellos vistos y aplaudidos en Lima.  Su influencia ha sido notable en la forma de torear y la formación de nuevos matadores en los últimos 35 años.  Sin duda, un torero de época.


martes, 26 de noviembre de 2024

Revista CARETAS "CAMBIO DE RUMBO" BALANCE DE ACHO 2024 Escribe JAIME DE RIVERO

"CAMBIO DE RUMBO"

La feria limeña recuperó parte de lo perdido en varios años. Carteles relevantes, ganado español, reducción de precios, aumento de abonados y tardes para la historia. Aquí el balance del ciclo.

Escribe Jaime de Rivero

Edición impresa 26/11/2024


El público regresó, llenó Acho como en los 70 y salió contento de la plaza. Lo que no logró Roca Rey en dos tardes del año pasado. Pareciera un milagro, pero no lo fue. La razón es simple y esencial: confianza.  Un valor que se gana, pero cuando se pierde nunca se recupera. Y ese es el grave problema de las empresas de Acho de los últimos 20 años, han perdido toda la confianza de los aficionados, cansados del timo y el atraco.

El público confía en La Esperanza, porque detrás hay un trabajo de seriedad y afición de varios años, iniciado por Tito Fernández en la bien cuidada plaza de Lurín y luego en provincias. Es una marca construida que da confianza. Y el saldo positivo de la feria, es el resultado de ella.

Los cambios se percibieron antes de sonar el clarín. Los abonados se elevaron de 3,200 a 4,450, de los cuales 2,000 fueron nuevos. La diferencia, más de 1,000 abonados antiguos que este año no renovaron, indica la desconfianza enquistada en muchos, hartos de los fraudes y vivezas de años anteriores. La Beneficencia debe entender que el principal activo a cuidar es el abono, porque le garantiza el flujo para los años siguientes, al margen de las empresas. Cuántos abonos recibe y cuantos deja, refleja la calidad de lo que se ofrece y la satisfacción real de aficionado. Por ello, el abono es el mejor indicador de gestión de una empresa taurina.

La empresa armó una feria relevante en tres meses. Arriesgo fuerte al reducir el precio de abonos en 40%, retornando a la escala que se tenía hasta hace unos 12 años, cuando los precios se dispararon junto con un alquiler demencial, provocando la ruina de Acho de la última década. Fueron cuatro corridas y una novillada con carteles importantes. Un acierto incluir la despedida del Torero de Lima Enrique Ponce y la última tarde con una terna estelar en Madrid, Sevilla o Bilbao, con toros de la afamada Núñez del Cuvillo.

La plaza estuvo hermosa como hacía muchos años no lucía. Sin embargo, los pintorescos patios de sol y de sombra no estuvieron a la altura, faltó criterio y buen gusto como los que Josefina Barrón imprimió en los años de Citotusa. Igual en los exteriores de Hualgayoc, se podría estandarizar los toldos para levantar el aspecto del recinto.

LA BENEFICENCIA:

La Beneficencia tuvo la mejor actuación en años. Acertó al reducir las pretensiones económicas absurdas que casi destruyen Acho en la última década. A partir de ello, la empresa pudo reducir precios y lograr un saldo positivo. Debe analizar estos resultados y convencerse que exigir más alquiler sólo conduce al desastre y la desgracia. Ceder en esto sería retroceder en lo ya recuperado. 

A mayor alquiler, más necesidad tendrá el empresario de recurrir a las malas artes o a desviarse de la legalidad para evitar la pérdida.  Esto ya lo vivimos.

Urge que designe a la empresa para los próximos cinco años, para que trabaje desde ahora en adquirir los encierros que garanticen el trapío que Acho exige. 

LA AUTORIDAD:

La autoridad fue un desastre. Sin criterio ni pantalones, regaló orejas y no supo mantener sus decisiones. No tiene autoridad ni con los que están bajo su mando, como el jefe de callejón y los peones, quienes no le hicieron caso y se coludieron en las presiones para el regalo de orejas, en dos ocasiones cuando la res ya estaba siendo arrastrada.

La Municipalidad del Rímac, reitero, es el principal enemigo de Acho y el que más daño le hace. Un lastre que solo busca arrebatarle dinero. Aplicando la Constitución de 1993, Acho debe emanciparse; la Beneficencia debe dictar su propio reglamento y nombrar autoridades como cualquier actividad privada y así librase de la gavilla que opera en esa alcaldía.

EL GANADO: 

Los toros cumplieron en presentación dentro de lo que siempre se ha lidiado en Acho, muy pocos fueron protestados. Algunos jóvenes con el guarismo 1; la edad y el trapío es un punto pendiente que no debe descuidarse, no pretendemos el de Madrid, Pamplona ni Bilbao, porque cada plaza tiene su identidad. Acho valora el toro armónico, con edad y pitones, pero sin excesos.

De 24 toros, embistieron 20, número elevado. Se lidiaron 18 toros españoles de los cuales embistieron 14. Núñez del Cuvillo demostró que es una ganadería encastada, que da juego con bravura, 7 de 11 fueron de orejas. La corrida de El Pilar fue sosa y descafeinada, con tres ejemplares de oreja. Los San Pedro y Salamanca embistieron todos, pero fueron complicados, peligrosos y sin clase; se puede importar la mejor sangre española, pero si no hay ganaderos no hay resultados, mucho menos regularidad. Similar resultado dio la novillada.


MATADORES:

Enrique Ponce se despidió entre inmensas ovaciones, tras 33 años de toreo en Lima. Dejó una última lección de lidia total al desorejar a uno de El Pilar, imponiendo el record de puertas grandes en la feria, 12. Final cumbre para uno de los toreros más importantes de la historia, en cuya tauromaquia confluye lo mejor del toreo llamado “neoclásico” que se nutre de la línea de Joselito, Manolete, Ordoñez, Camino y Manzanares. Su influencia ha sido notable en los últimos 35 años; torero de época, sin duda, y algunos ni se enteran.



Enirque Ponce dejó una última lección
de bien lidiar con uno de El Pilar .


Sebastián Castella se encontró con Novelero de Núñez del Cuvillo, con el que construyó una faena sólida y contundente por ambos pitones, con claro dominio sobre el toro. Que si Novelero pudo dar más es una mera especulación que por la magnitud de la obra, no la desmerece. Dos orejas, puerta grande y escapularios.

A Roca Rey solo le sirvió un cuvillo, con el que dio una faena de las suyas, llenas de mando y emoción, pero mató mal y sólo le correspondía un apéndice. José María Manzanares destacó en una faena llena de arte, hondura y gusto. Dio los mejores muletazos a un buen toro, pero que fue apagándose y al que no quiso exigir más. Si tuviese más ambición, sería una figura inmensa.

Corrida final, lleno absoluto, cartel de no hay billetes.
Borja Jiménez mostró que es muy poderoso con la muleta y que conecta con el público. Su toreo es basto y tosco; tuvo una gran labor, pero por debajo de otras de la feria. La misma tarde, pero en las antípodas, Miguel Ángel Perera también plasmó una faena poderosa, llena de seguridad, clase y elegancia. La diferencia fue notable.

David Galván gustó por su toreo de sentimiento y entrega a la faena, me hubiese gustado verlo con un animal más exigente. En la vereda de enfrente, Jesús Enrique Colombo estuvo solvente y pinturero, con su toreo alegre que conecta rápido con la masa.

Joaquín Galdós estuvo a la altura, pero falló con la espada. Por momentos utilizó los recursos efectistas que reditúan en provincias, pero que no gustan en Acho. Su calidad es enorme cuando torea con la autenticidad de sus primeros años. Alfonso de Lima no cubrió las expectativas ante un lote encastado. Juan Carlos Cubas estuvo digno y valiente, supo superar la dificultad de uno de sus toros.

De los novilleros, Pedro Luis se impuso con claridad. Es valiente y, lo más importante, resuelve en la cara del toro.

ESCAPULARIOS:

Castella fue el justo triunfador de la feria, por una faena completa a Novelero de Núñez del Cuvillo, con el que logró su cuarto Escapulario de Oro. 

El Escapulario de Plata fue para dicho animal que, sin ser de bandera, fue superior a todos los lidiados durante la feria.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Revista CARETAS "CIERRE DE FERIA GRANDE" Escribe JAIME DE RIVERO

Gran inicio de faena de Sebastián Castella ante Novelero
al que le cortó dos orejas.

 

CIERRE DE FERIA GRANDE 

En tarde histórica con lleno absoluto, Sebastián Castella y Roca Rey salieron a hombros de Acho. Manzanares mostró la fineza de su arte instrumentando los mejores muletazos. 

Escribe Jaime de Rivero

Los que asistimos este domingo en Acho, tuvimos el privilegio de vivir una tarde para la historia. No solo por las importantes faenas, tres de altísima nota incluyendo la que decidió los escapularios de oro y plata, sino porque fue el colofón extraordinario después de varios meses de incertidumbre sobre la realización de la feria.   

Quedará en el recuerdo del aficionado de siempre, y del público que estuvo, el sentimiento de satisfacción por la tarde triunfal en el marco incomparable de Acho lleno hasta la bandera, con el cartel de no hay billetes colgado en la taquilla. Algo impensable pocos meses atrás, que debe servir de derrotero para lograr que Acho vuelva a brillar como antes. 

El encierro de Núñez del Cuvillo cumplió en presentación, a pesar de lo desiguales, siendo el trapío un punto a mejorar en el futuro. Encastados, nobles, fijos y prontos, pero justos de fuerza. Destacó por su bravura el 4° desorejado por Sebastián Castella con el que se alzó como máximo triunfador de la feria. 

El primero de Castella quería, pero no podía, repetía, pero sin las fuerzas suficientes. Suelto de salida mantuvo esa condición hasta las banderillas. El diestro francés inició de muleta con pases de tanteo llevándolo a los medios, para luego intentar por el pitón derecho, pero el toro se apagó rápidamente. Lo despachó de una estocada y descabellos. Silencio.

Con el cuarto de la tarde, “Novelero“ N° 242, 484 kg, Sebastián Castella logró la faena de la feria con la que también obtuvo su cuarto Escapulario de Oro, igualando a Roca Rey, pero por debajo de Enrique Ponce que tiene cinco. Colorado, bien presentado, fijo y pronto, embistió con codicia por abajo desde los primeros lances, pero con los defectos de echar las manos por delante en los capotes y revolverse pronto que le corregiría durante la lidia.  

El inicio en los medios fue vibrante por la trasmisión del toro, que se arrancó al galope desde la barrera, para ser recibido con pases cambiados rematados por naturales,  trincheras y de la firma de mano lenta y baja. En el toreo fundamental, por ambos pitones, le cuajó series llevándolo humillado, aprovechando la clase que tenía en sus embestidas especialmente por el izquierdo, aunque algunas las terminaba rebrincado y derrotando a media altura. Faltó un poco más de temple, a pesar de que Castella siempre estuvo firme, aguantando sin dudar. Recortó las distancias para las tandas con la muleta retrasada, para luego continuar con circulares invertidos. Faena sólida que adornó con manoletinas finales. Rubricó la obra con una estocada levemente trasera, pero de rápido efecto, suficiente para cortar dos orejas de este bravo colaborador, al que le dieron la vuelta al ruedo sin protesta.

Este cuvillo fue bravo, pero no lo suficiente para perdonarle la vida. Fue muy bueno en la muleta, pero no tanto en los primeros tercios.  Además, el indulto no es un premio. Se justifica en la necesidad del ganadero si considera que el bicho puede aportar como semental en la dehesa. Por ello, según el reglamento es el ganadero o mayoral quien debe solicitarlo y el público junto con el juez quienes lo aprueban.  El indulto se distorsiona si el público lo otorga unilateralmente, como pretendieron tantos indocumentados a los que algunos -como el suscrito- acallaron enérgicamente, tal como ocurría hace unas décadas cuando en cada tendido habían entendidos que neutralizaban los disparates de los turistas.

El que salió en tercer lugar tuvo fuerza y movilidad, tanto en el primer tercio como en las banderillas. Toreó muy bien con el capote, con distintos lances siempre ajustándose con el toro. Roca Rey comenzó el trasteo de rodillas en los medios, en uno de los inicios de más vibrantes de la feria. Lo lidió por ambos pitones, mejor por el derecho por donde tenía mayor recorrido. Se sucedieron series logradas, rematadas con pases circulares, todo entre ovaciones. Dejó una estocada tendida en lo alto, pero el toro tardó en doblar enfriando a los tendidos. 

Aquí comenzó el desaguisado de la tarde, por culpa del señor que funge de Juez de plaza que fue incapaz de mantener su decisión de entregar un solo trofeo a Roca Rey y cedió nuevamente a la presión del público y dio la segunda oreja, con el agravante de autorizarla cuando la res estaba siendo arrastrada, provocando el bochornoso espectáculo de detener las mulillas para cortársela.  Este juez es el peor en la historia de la feria y un enemigo hostil del prestigio de la plaza, a la que trata como si fuese una portátil. Debe irse.

Con el sexto se lució en el quite por chicuelinas y tafalleras que levantó a los tendidos. El astado llegó con movilidad a la muleta de Roca Rey, que lo toreó con lentitud, seguridad y estética en las primeras tandas por el pitón derecho. Pero el adversario duró poco, perdió poder y se rajó. Lo despachó de una estocada desprendida. Palmas.

Los mejores muletazos de la tarde los dio José María Manzanares al quinto, al que toreó con gusto, clase y torería, destacando los muletazos por abajo y los de pecho que duraron una eternidad siempre despidiendo al toro por el hombro contrario. Buenas series iniciales con muletazos lentos y sentidos, ante un animal que nunca terminó de entregarse.  El toro fue perdiendo gas y la faena declinó. Ejecutó la suerte de recibir, dejando una estocada defectuosa, delantera y caída, que redujo todo a una vuelta al ruedo entre ovaciones.

El que hizo segundo fue un manso que sólo tenía movilidad. Repetía en los engaños, pero sin fuerza, tranco ni clase. Complicado de banderillear, llegó a la muleta manteniendo ese comportamiento por lo que las series no terminaron de cuajar. Tras la estocada el puntillero lo levantó dos veces en medio de protestas.

LOS ESCAPULARIOS DE ORO Y PLATA:

El jurado oficial acordó otorgar el Escapulario de Oro a Sebastián Castella por la faena a “Novelero” de Núñez del Cuvillo. Hay que aclarar que este premio se otorga a la mejor faena, por lo que considero que se acertó ya que fue una gran obra, la más vibrante y que además tuvo la contribución de un gran toro.  El Escapulario de Plata que premia al mejor toro de la feria, fue con justicia para “Novelero” que, sin ser de bandera, fue superior a todos los estoqueados durante el ciclo limeño.


lunes, 18 de noviembre de 2024

APLAUSOS : CASTELLA DOS OREJAS Y ESCAPULARIO DE ORO Escribe JAIME DE RIVERO

 


CASTELLA DOS OREJAS Y ESCAPULARIO DE ORO EN LIMA

Roca Rey cortó dos orejas y salió a hombros con Sebastián Castella. José María Manzanares dio la vuelta al ruedo.

Corresponsal Jaime de Rivero


La Feria del Señor de los Milagros ha concluido por todo lo alto, con una tarde de no hay billetes,  en la que han salido a hombros por la puerta grande Sebastían Castella y Andrés Roca Rey, tras haber cortado cada uno dos orejas al encierro de Núñez del Cuvillo.

El primero de Castella quería, pero no podía, repetía sin fuerza suficiente. Suelto de salida mantuvo esa condición hasta las banderillas. El francés inició de muleta con pases de tanteo llevándolo a los medios, para luego intentarlo por pitón derecho, pero el toro se apagó rápidamente. Lo despachó de una estocada y descabellos.

Con el cuarto de la tarde, “Novelero“, Sebastián Castella logró la faena de la feria, que finalizada la corrida fue premiada con el Escapulario de Oro, mientras que el toro mereció el Escapulario de Plata. Un colorado bien presentado, fijo y pronto, que embestía con codicia por abajo desde los primeros lances, pero con los defectos de revolverse que luego corregiría durante la lidia el diestro francés.

El inicio en los medios fue vibrante por la trasmisión del toro, que se arrancaba a distancia, con pases cambiados rematados por trincherazos y otros por abajo de muy buena factura. En el toreo fundamental, por ambos pitones, le cuajó series llevándolo humillado, aprovechando la clase que tenía en sus embestidas, aunque a veces lo hacía rebrincado y buscando rematar por alto. Castella siempre firme, aguantó sin dudar. Recortó las distancias para las tandas con la muleta retrasada, para luego continuar con circulares. Faena sólida adornada con manoletinas finales. Obra rubricada con una estocada levemente trasera, pero de rápido efecto, suficiente para cortar dos orejas de este bravo colaborador, al que le dieron la vuelta al ruedo.

El que salió en tercer lugar tuvo fuerza y movilidad, tanto en el primer tercio como en las banderillas. Roca Rey comenzó su muleteó de rodillas en los medios, en uno de los inicios de faena más vibrantes de la feria. Lo lidió por ambos pitones, mejor el derecho por el mayor recorrido. Se sucedieron series logradas que remató con pases circulares entre ovaciones. Dejó una estocada tendida en lo alto, pero el toro no dobló enfriando a los tendidos. Le otorga una oreja que era suficiente y por presión del público, el juez cede y da otra más.

Con el sexto se lució en el quite por chicuelinas y tafallaras que levantó a los tendidos. El astado llegó con movilidad a la muleta de Roca Rey, que lo toreó con lentitud, seguridad y estética en las primeras tandas por el pitón derecho. Pero el adversario duró poco, perdió poder y se rajó sin dar mayor opción. Lo despachó de una estocada desprendida.

Los mejores muletazos de la tarde los dio José María Manzanares al quinto, al que toreó con gusto, clase y torería, destacando los muletazos por abajo y los de pecho que duraron una eternidad siempre despidiendo al toro por el hombro contrario. Buenas series iniciales con muletazos lentos y sentidos, ante un animal que nunca terminó de entregarse.  El toro fue perdiendo gas y la faena declinó. Ejecutó la suerte de recibir, dejando una estocada delantera que redujo todo a una vuelta al ruedo entre ovaciones.

El que hizo segundo fue un manso que repetía en los engaños, pero sin fuerza, tranco ni clase. Complicado de banderillear, llegó a la muleta manteniendo esas condiciones por lo que las series por el izquierdo y el derecho no terminaron de cuajar. Tras la estocada el puntillero lo levantó dos veces en medio de protestas.

FICHA: Plaza de Acho. Lleno de no hay billetes. Se lidiaron seis toros del Núñez del Cuvillo, desigulales de presentación y juego, justos de fuerza y nobles. Destacó por su bravura el 4°. Sebastián Castella (silencio y dos orejas), Manzanares (silencio y vuelta al ruedo) y Roca Rey (dos orejas y palmas).

Concluida la corrida, el jurado oficial acordó otorgar el Escapulario de Oro a Sebastián Castella por la faena a “Novelero” de Núñez del Cuvillo, toro que también fue premiado con el Escapulario de Plata.

sábado, 16 de noviembre de 2024

Revista APLAUSOS --BORJA JIMENEZ CAE DE PIE EN LIMA Crónica 3° c ACHO 2024 Escribe JAIME DE RIVERO

 


El torero de espartinas abre la puerta grande en su confirmación de alternativa en la plaza Acho; Miguel Ángel Perera pasea una oreja

Escribe JAIME DE RIVERO


Publicado el 11/11/2024


La tercera corrida de la Feria del Señor de los Milagros tuvo como triunfador a Borja Jiménez, que cayó con el pie derecho en Acho en su confirmación de alternativa al cortar una oreja a cada uno de sus toros, lo que le permitió salir a hombros de la más que bicentenaria plaza.

El primero de la tarde, con el que Borja Jiménez confirmó alternativa, fue bravo, noble y repetidor, aún cuando le costó fijarse en el primer tercio. La primera vara la tomó al relance y en la segunda empujó la cabalgadura. Pronto en banderillas, mostró que serviría para la muleta. El sevillano inició en tablas la faena, aprovechando el recorrido del toro, llevándolo por derechazos hacia los medios con series cada vez más ligadas por abajo, aprovechando que el toro humillaba con recorrido. Hubo enganchones y un desarme que le restaron valor. Estuvo firme con la muleta, tirando cuando había que hacerlo y aguantando cuando el animal se lo pensaba. Por naturales no tuvo similar intensidad la faena. Mató de una gran estocada y le dieron una oreja con fuerte petición de la segunda.

El burraco que cerró plaza exhibió fuerza y motor de salida, pero se vencía por ambos pitones, mostrándolo tanto en las verónicas como en las chicuelinas de recibo. Tras la pica y banderillas, llegó a la muleta calamocheando. Borja abrió faena en el estribo para llevar al toro al tercio donde le cuajó una buena serie de derechazos, bajándole la mano con el toque fuerte para hacerlo pasar. El sevillano estuvo firme y poderoso en las tandas iniciales, envés de continuar en ese sendero prefirió el toreo accesorio y el arrimón, aprovechando la movilidad del astado.  Estocada aguantando de efectos inmediatos; el juez le concedió una oreja.

El segundo, de Sancho Dávila para Miguel Angel Perera no fue franco ni tuvo entrega, siempre acudió a los engaños defendiéndose más que atacando. Empujó la cabalgadura y en banderillas ratificó dicha condición, esperando a los de a pie. En la muleta no tuvo recorrido, revolviéndose para repetir. Perera acertó perdiéndole pasos para no quedar descolocado y poder ligar muletazos, pero la faena no despegó. Faltó darle pausa entre serie y serie para no abrumar al toro. Dos pinchazos y estocada arriba. El cuarto de la tarde fue bravo, pronto y alegre, se arrancaba galopando de lejos, a veces sin que nadie lo llamara. Perera salió decidido a todo, recibiéndolo con una larga cambiada de rodillas para continuar a la verónica en el mejor toreo de capote de la tarde. En banderillas confirmó la condición de pronto, repetidor y con recorrido. Inició la faena citando quieto en los medios a un toro que se arrancó desde la barrera, instrumentando derechazos y cambiados por la espalda de mucha emoción. El burel fue quedándose corto y, por ello, las series de toreo fundamental fueron de tres pases y el de pecho, tanto a derechas como a izquierdas, siempre ovacionados. Buena lidia pero el animal fue perdiendo gas y con ello, intensidad. La espada cayó baja, a pesar de ello asomaron pañuelos y cayó la oreja que muchos con justicia protestaron.

El tercero fue complicado, suelto de salida, embistió en oleadas sin estar fijo en los engaños. La primera vara al relance no cumplió el objetivo de la suerte, por lo que fue picado nuevamente por orden de Alfonso de Lima. En banderillas el toro no descolgó, con la cara alta, siempre incierto y pendiente de todo. El peruano planteó bien el inicio de faena, doblándose con el toro para ahormar y alargar la embestida, siguiendo con tandas instrumentadas con suavidad que terminaron de fijarlo en la pañosa. Cuando intentó el toreo fundamental, el animal se defendía y se quedaba corto para luego terminar rajado. Entró a matar recto, pero pinchó dos veces antes de la estocada.

Alfonso de Lima recibió al quinto con buenos lances a la verónica. Una buena vara con el castigo justo. El inicio de faena de rodillas fue con más ganas que aplomo. El toro era pronto, galopó y humilló, pero también midió al torero. Las series no tuvieron rotundidad y la faena perdió intensidad. Estocada tendida y caída.

Lima (Perú), domingo 10 de noviembre de 2024. Toros de Núñez del Cuvillo y Sancho Dávila (2°), desiguales de presentación y juego; pelearon en varas y destacaron por su bravura primero, cuarto y quinto. Miguel Ángel Perera, silencio y oreja; Alfonso de Lima, silencio y silencio; y Borja Jiménez, que confirmó alternativa, oreja y oreja. Entrada: Tres cuartos de plaza.

martes, 12 de noviembre de 2024

Revista CARETAS "TOROS, PÚBLICO Y AFICIÓN" Crónica 3° ACHO, Escribe JAIME DE RIVERO

 


“TOROS, PÚBLICO Y AFICIÓN” 

o  "TOROS PARA UN PÚBLICO SIN AFICIÓN"

El sevillano Borja Jiménez sale a hombros de Acho en la tercera corrida de abono. Perera cortó una oreja en tarde interesante y entretenida con toros encastados de Núñez del Cuvillo.

Escribe Jaime de Rivero

Mucho público, poca afición. En los toros, el respetable no es un simple espectador, ya que posee facultades y las emplea durante cada lidia. Ejerce con voz y voto, a diferencia de cualquier otro espectáculo o deporte. Por tanto, su responsabilidad es mayor, pues interviene hasta en el resultado final. Sabia forma ancestral de preservar la integridad de este rito lleno de preceptos, costumbres y simbolismos que son su esencia y contenido.  

Pero no todo el público es aficionado, para serlo no basta un puro y una bota; la verdadera afición se cultiva, en un aprendizaje constante que toma tiempo y dedicación. No es para todos, y hoy, faltan aficionados que realmente conozcan el ritual en su conjunto.  El público de Acho ganó prestigio, porque a diferencia de otros lugares, el toreo práctico estaba muy difundido entre los limeños de antaño y se tenía gran cantidad de conocedores en los tendidos. Pero esto dejó de ser así. 

El domingo casi no hubo aficionados en el público, al menos no en número suficiente para hacerse sentir. Jamás en Acho un bajonazo fue premiado, ni se protestó a quien lidiaba por abajo como Miguel Ángel Perera y otros sinsentidos impropios de su solera. Siempre, junto a ese público festivalero, hubo aficionados en los tendidos que ejercían sus derechos con conocimiento y enseñando a otros con el ejemplo.

La crisis de afición abarca a todos los estamentos. El domingo, dos matadores erraron en el brindis, lanzándole la montera de espaldas a las damas, cuando lo correcto era entregárselas de frente. También entre los subalternos que, sin dignidad ni vergüenza, presionan por trofeos como nuevamente ocurrió en el ruedo. Si ellos no cuidan la tradición, no hay como preservarla. Sin afición, tampoco.

No pretendo una plaza colmada de aficionados, ello sería insoportable. Ni fungir de purista que critica todo para adquirir falso y fácil prestigio. Por el contrario, hace unos años publiqué una investigación que demostraba que en Acho, al igual que en España, en todas las épocas desde hace 150 años, ha existido agoreros que denuncian la ignorancia del público. Cierto o no, en cada momento hubo el contrapeso de los aficionados que balanceaban las fuerzas y mantenían el equilibrio y la identidad de las plazas.  Esto es lo que hoy está faltando.

La corrida de Núñez del Cuvillo, completada con uno de Sancho Dávila (2°) fue muy interesante por su juego y bravura, al menos para esa facción de aficionados que analizamos al toro para valorar al torero, que es el orden natural para formar un juicio justo. Los toros cumplieron en edad y presentación a pesar que a algunos le faltó más remate. La corrida fue encastada, embistió y humilló, pero sobre todo hubo mucho que torear, destacando por su bravura el 1°, 4° y 5°.

El primero de la tarde, con el que Borja Jiménez confirmó alternativa, cosa impropia en Acho, fue bravo, noble y repetidor, a pesar que le costó fijarse de salida. La primera vara la tomó al relance y en la segunda empujó la cabalgadura.

 

El sevillano inició en tablas hacia los medios con series de derechazos cada vez más ligadas por abajo, aprovechando que el toro humillaba con recorrido. Estuvo firme con la muleta, tirando cuando había que hacerlo y aguantando cuando el animal se lo pensaba.  Por naturales no tuvo similar intensidad.  Buena faena por el pitón potable, pero con enganchones y desarmes, que debió tener mayor fuste porque aquel toro merecía más.  Gran estocada, le dan una oreja con fuerte petición de la segunda que desemboca en una bronca contra el juez.

 

Si con este Borja estuvo lidiador, con el sexto estuvo efectista. El burraco tenía poder, pero se ceñía por ambos lados desde las verónicas y chicuelinas de recibo. Tras el caballo y las banderillas, llegó a la muleta calamocheando. Borja lo llevó al tercio en donde le cuajó una buena serie de derechazos, bajándole la mano y con el toque fuerte para hacerlo pasar dejando lo suyo en cada embestida. Firme, poderoso y valiente ante los derrotes, pero cuando notó que el astado le exigía más entrega y valor, optó por lo más fácil. Se lo llevó al público de sol para el toreo de cercanías y el adorno. No hubo ni un pase templado por abajo. Labor inconclusa que remató bien con la espada, aguantando o en la suerte de aguantar, de efectos inmediatos. Pañuelos del público en fiesta y una oreja benevolente que fue muy protestada. 

 

El segundo, de Sancho Dávila, para Miguel Ángel Perera, no fue franco ni tuvo entrega, siempre acudió defendiéndose más que atacando. Lo ratificó en banderillas, esperando a los de a pie. En la muleta no tuvo mayor recorrido y se revolvía para repetir. El extremeño acertó perdiéndole pasos para no quedar descolocado y poder ligar, pero la faena nunca despegó. Le faltó una pausa entre cada serie para no abrumar al toro.  Dos pinchazos, estocada y silencio. 

 

La mejor lidia de la tarde fue la de Perera al cuarto, que fue bravo. Se arrancaba de lejos con prontitud y al galope, a veces sin que lo citen.  El español salió decidido, recibiéndolo con una larga de rodillas para continuar a la verónica y en los quites consumando el mejor toreo de capote de la corrida.

 

Inició clavado en los medios, citando al toro que se arrancó desde la barrera, con derechazos y cambiados por la espalda de mucha emoción.  El burel fue quedándose corto y, por ello, las series de toreo fundamental fueron de tres pases y el de pecho, tanto por derecho como por izquierdo, todas entre ovaciones. El toro perdió movilidad y la faena intensidad. Dejó una estocado en los bajos que impedía cualquier trofeo. Sin embargo, reapareció el público orejero para enrostrarle a todos que traía pañuelo.  Peor estuvo el juez que, sin existir petición mayoritaria, otorgó el apéndice, entre protestas de la parte sensata que aún queda en el público.

 

Alfonso de Lima planteó bien el inicio de faena a su lote, doblándose toreramente con el primero, para domeñar y alargar las embestidas, y de rodillas con el otro para levantar de emoción a los tendidos, pero cuando llegó el momento del toreo fundamental, que es el que le da valor y trascendencia a la lidia, se embarulló sin claridad. El primero fue complicado, pero el segundo si bien era mirón, tenía casta, poder y pies, y había mucho por hacer con esas embestidas llenas de trasmisión. En ninguno prosperó, en medio del silencio. 

jueves, 7 de noviembre de 2024

Revista CARETAS "GRACIAS POR TANTO, MAESTRO" CRÓNICA 2° CORRIDA ACHO Escribe JAIME DE RIVERO

 

El bocinazo más preciso de los últimos años da el título a esta crónica.

“GRACIAS, POR TANTO, MAESTRO”

El Torero de Lima Enrique Ponce se despidió de Acho saliendo por la puerta grande, en una tarde histórica. Actuó en mano a mano con Joaquín Galdós que cortó una oreja.

Escribe Jaime de Rivero

El domingo pasado concluyó una etapa memorable en la historia de Acho, que se extendió por más de tres décadas, en las que tuvimos el privilegio de gozar del arte genial de uno de los grandes toreros de todos los tiempos.  Enrique Ponce se despidió con los honores propios de la figura inmensa que es. Cortó dos orejas con una faena de las suyas y abrió la puerta grande por duodécima vez, convirtiéndose en el diestro que más veces ha salido en hombros en la feria del Señor de los Milagros, creada en 1946.

Magnifico colofón de quien ha sido ídolo absoluto desde su exitoso debut en 1991, cuando desorejó a Canuto de Capiro de Sonsón y se insertó para siempre en alma de la afición .  A este suceso le siguieron faenas de gloria a lo largo de las veinte ferias en las que intervino; entre 1993 y 2013, no hubo tarde en que no corte trofeos en Acho, lo que no tiene parangón con torero alguno.  

En la memoria de todos están grabadas las cuatro orejas del lote de Xajay, el rabo de Halcón, la proeza con el de Bernaldo de Quirós y los triunfos con los de Roberto Puga.  Treinta y tres orejas y un rabo, el último concedido en Acho en 25 años, cinco Escapularios de Oro, que debieron ser más, así como varias marcas imbatibles, integran una trayectoria única y formidable que yace en los anales de la plaza del Rímac.

Con esa sensibilidad tan propia, la afición limeña intuyó el devenir de su precoz maestría, pronto depósito su fe en él y se volvió fervorosamente poncista, como en su momento fue belmontista y manoletista. Con su categoría en el ruedo, el de Chiva fue ocupando el lugar preferencial que dejaba el recordado José María Manzanares, principal referente de nuestra plaza en los años 70 y 80.  Con el tiempo, se le hizo Torero de Lima, distinción reservada para muy pocos espadas, tan solo Luis Procuna, Antonio Bienvenida, Ángel Teruel y Manzanares.  

Enrique Ponce ha sido máxima figura por tanto años, porque pertenece a la estirpe torera de unos pocos privilegiados. Su tauromaquia lo situó en la línea de los diestros poderosos, que pueden entender y dominar a toda clase astados. Confluyen la técnica, el valor, la clase y el empaque, que son principales atributos de su toreo, a los que se añade una inteligencia superior, que le permite resolver en la cara del toro. Virtud reservada para muy pocos, haciendo que su toreo esté siempre por encima de su adversario, dando lugar a la llamada “difícil facilidad”, que consiste en hacer pasar por simple lo que es laborioso y complicado.  

La corrida estuvo a punto de arruinarse por el juego desesperante del encierro de El Pilar, de correcta presentación, pero sosos, sin fuerza, codicia, trasmisión ni fondo de bravura. Si bien empujaron en el caballo, tendían a salir sueltos sin mayor acometividad. En la muleta humillaron, pero rematando por alto cuando no descompuestos.

La excepción fue el quinto, colorado listón, que repetía por abajo, al que el valenciano descifró claramente en los primeros tercios, en los que cuido la lidia y al toro, haciendo lo preciso para convencerlo de embestir sin mansear. Dirigió la suerte de varas y el tercio de banderillas a viva voz, para asegurar que no pierda facultades.

Con la pañosa lo lidió con lentitud y suavidad, tanto por el pitón derecho como el izquierdo, siempre llevándolo a su aire, sin exigirle para que no pierda los remos. Faena de inteligencia y paciencia acorde a las condiciones de su oponente, al que convenció de hacer lo que él quería.  La clave de su imperio fue el temple, que en Ponce es proverbial, con el que lo llevó cocido en cada muletazo por abajo, todo hecho con clase y empaque. Terminó con unas poncinas de mucho sentimiento y lo fulminó de una estocada entera. Su plaza se cubrió de pañuelos y le concedieron las orejas por unanimidad.

El que abrió plaza, justo de fuerzas, nunca se entregó. El maestro superó el calamocheo de las embestidas hasta completar tandas que no terminó de rubricar con la espada.  El tercero que tampoco tuvo motor, se rajó en las primeras series con la tela roja, sin dar ninguna opción. 

Al arrastre del sexto, Andrés Roca Rey saltó del tendido al ruedo para cargar en sus hombros al maestro que se va, también lo hicieron otros matadores peruanos, entre ellos Gabriel Tizón, Flavio Carrillo, Aníbal Vázquez y Fernando Roca Rey. Al final, fueron dos vueltas al ruedo, en uno de los gestos más emotivos para con el último Torero de Lima.



El lote de Joaquín Galdós fue similar.  El segundo de la tarde llegó a la muleta descompuesto, le costó una enormidad repetir. Ligó muletazos parado en el sitio, algunos con suavidad y de buena factura, pero que no lograron redondear faena. Pinchó en la suerte mayor y recibió una ovación en el tercio.

Al colorado silleto que hizo de cuarto, lo toreó por series ligadas por el derecho mientras que por el izquierdo los pases fueron de uno en uno, sin mayor trasmisión por culpa del burel que fue perdiendo movilidad. Pinchazo y estocada entera, ambos ejecutados con verdad, fueron suficientes para recibir un apéndice.  

Al sexto, que lucía más raza y motor que el resto, se le cambió por un defecto visual. El reemplazo acusó los mismos defectos de sus hermanos. Las primeras tandas fueron deslucidas por la embestida informal del toro, pero a base de porfiar con la muleta en la cara, Joaquín logró finalmente engarzar dos series buenas por el derecho. Justa y meritoria recompensa que no resultó suficiente para revertir el declive de la faena, provocada por la mala condición del astado.