Bienvenidos a los toros. Esto, para los que aún no se han enterado que en una plaza puede ocurrir de todo y no solo la muerte del toro o el torero. No es el teatro ni la sinfónica en donde el guion debe cumplirse con precisión y exactitud. La fiesta tiene imponderables, que no solo abarcan el sorteo o la cornada como señala el periodista español Pla Ventura, que pueden llevar la tarde a desenlaces inesperados. Tienen que ver con la suerte misma que interviene constantemente en ese viaje a lo desconocido que es la lidia de un toro. “Que Dios reparta suerte” se dicen los toreros antes del paseíllo, y no es casualidad que “suerte” sea todo lance que se haga al toro durante su lidia.
El domingo pasado sucedió de todo en Acho, hasta hechos de Dios, como la fuerte lluvia que jamás había caído en plena feria. A mí la tarde me entretuvo a pesar del cúmulo de imponderables, pues hubo toros y toreros para ver y analizar.
Lo principal, los toros, cumplieron en edad y presentación. Siendo desiguales, tenían más remate y trapío que los de la semana anterior, mejores el tercero y sexto. Ninguno fue pitado de salida.
El juego es otra historia y como reza el dicho ni las vacas saben. Y esto lo conoce el aficionado más novato de la fila 25, pues el comportamiento del toro es el mayor imponderable, el más frecuente y distintivo de la tauromaquia. Recordemos que la semana anterior, al ganadero Aníbal Vázquez, de dos toros, uno le salió bravísimo y el otro muy manso. En general, los toros de San Pedro y Santa Rosa de Lima fueron flojos y desrazados. Aun así, se pudo cortar trofeos, de no ser por los imponderables de la espada, que no en vano es llamada “suerte mayor”.
Sobre la terna comenzaré por el que menos toreó. El Fandi debió proceder con seriedad y respeto a la plaza de Acho. Si estaba mermado de facultades, no debió hacer el paseíllo para ir directo a la enfermería; así la empresa habría decidido si lo dejaba en mano a mano o llamaba a un sustituto. Hoy sabemos que el Dr. Baltazar lo atendió el sábado y que la medicina no fue suficiente para superar la molestia que recrudeció antes de la corrida. Regresó para lidiar su primer toro en tercer lugar y no pudo continuar tras marrar con los palos. ¿Imponderable? Seguro, pero por negligencia propia al banderillear a sabiendas de la dolencia.
Entonces el desconcierto invadió los tendidos porque Antonio Ferrera también se hallaba en la enfermería a causa de un varetazo del primero de la tarde. El Juez dejó pasar el tiempo esperando que regrese el extremeño, lo que exacerbó a los tendidos. Aquí no hubo imponderables. La autoridad tiene que saber manejar la plaza, tomar decisiones de inmediato y no dejar que el respetable se le amotine. Ante la ausencia del director de lidia, debió autorizar rápidamente que Gines Marin, el único espada ileso, se haga cargo, tal como reza el reglamento.
Antonio Ferrera lidió con oficio a los dos primeros de su lote que si dieron juego. Entendió al que abrió plaza de San Pedro, noble, sin entrega, al que siempre cuido dejándolo a su aire desde los primeros pases por alto y llevándolo a media altura para que no pierda los remos. Priorizó el pitón derecho y valiéndose de la movilidad del astado logró concluir algunas tandas importantes, aunque sin la debida trasmisión. Lo despachó de dos pinchazos y una estocada desprendida, para luego ingresar a la enfermería por un golpe que recibió al entrar a matar. Palmas para el torero y silencio para el toro.
La lluvia arreció a la salida del cuarto de Santa Rosa de Lima, pronto y repetidor, fue bien toreado a la verónica por Ferrera, entre merecidas ovaciones. Cumplió con el caballo y en banderillas, en donde mostró poder y acometividad. El español lo toreó con suavidad siempre dejándole la tela en la cara para ligar el siguiente muletazo. Aprovechó que el astado humillaba para llevarlo arrastrando el hocico por la arena en muletazos de buena factura. Faena de experiencia en medio de oles del respetable. Perdió la oreja con dos pinchazos y una estocada caída.
El sexto, reservón y probón, fue muy complicado de lidiar. Nunca se
entregó a la pelea a pesar de todos los intentos de Ferrera durante su lidia.
Abrevió con el estoque.
Cuando El Fandi no pudo continuar, Ginés asumió la faena del colorado
tercero de Santa Rosa, que no perdió facultades a pesar del duro castigo en
varas. Un toro serio con 535 kg., que acudía con la cara alta, midiendo,
pensando y probando. Tenía peligro sordo. ¿Qué es peligro sordo? Es
aquel que pasa desapercibido para el aficionado poco enterado o el que no
analiza al toro debidamente. Y eso ocurrió, el público ni enterado.
Ginés intentó por ambos pitones, logrando series estimables sobre todo
por el izquierdo. Anduvo con cautela sin arriesgar la cornada de un animal que dejaba
lo suyo en cada acometida. Gran estocada en lo alto, en el sitio, que el toro traga
y asimila sorprendentemente. No lo mermó, incluso corrió media
plaza con la espada envasada, detrás del matador que le había herido. Sin
suerte con la cruceta, prefirió esperar a que doble sin que ello finalmente
ocurra. Ni se inmutó con el segundo aviso; no quiso jugársela cuando el toro se
defendía y era más peligroso. Censurable.
Luego vino el intermedio de los cabestros; una eternidad para guardar a un animal herido. Otro imponderable. ¿O acaso alguien posee la fórmula mágica para amadrinar a un toro? Lamentablemente, Acho no tiene un tiro de cabestros permanente desde hace décadas por las pocas corridas que se dan, tampoco las plazas de provincia en donde se suele lacear a los toros.
El quinto de Santa Rosa era un manso
sin fijeza que tendía a desentenderse de las suertes. Ginés lo sobó hasta
meterlo en pelea. La faena fue meritoria por el pitón derecho, logrando buenos
muletazos siempre reteniendo a su adversario que desparramaba la vista buscando
tablas. Faena de mucho oficio, extrayendo todo lo que la res tenía. Buena
estocada, pero el cachetero falla y lo levanta. Perdió la oreja tras cinco
descabellos. Los imponderables no cesaron hasta la última puntilla.
Muy buena crónica, hubo de todo y el ganado no estuvo mal presentado y dieron juego, se pudieron cortar orejas ano ser por la espada. Así son los toros como bien señalas, parece que la gente solo quiere orejas, triunfos y claveles.
ResponderEliminarYa varios tienen muchos años en esto como para no saber que en los toros hay malas tardes por el juego del ganado, "tardes para el olvido" las llamaba Joaquín Vidal, las otras, las menos, "tardes de grandeza".
EliminarMuy buena tu precisión "ninguno fue pitado en la plaza"... sin embargo, en las redes vemos chillones.... o sea callados en la plaza pero llegaron a sus casas a poner que fue un desastre, novillos, impresentables, etc, etc. etc....parece que estuviesen digitados por alguien, o ya no razonan. le echan la culpa de todo a la empresa, hasta de la lluvia! Con aficionados así, de malos e ignorantes no necesitamos antitaurinos
ResponderEliminarSe comprende el malestar del aficionado, va predispuesto por el alto precio de las entradas y se desespera con razón por aspectos de cuidado de la plaza, como ruedo, alguaciles, agua, cabestros. Esta bien... pero ya en lo estrictamente taurino, el cartel es de lo mejor que hay hoy, y los toros han embestido, 3 en la primera y 4 en la segunda, promedio mas alto que las corridas televisadas. Eso es objetivo.
Eliminarel ganado pésimo, muy malos, mansos y noblotes no se siente nada en el tendido.
ResponderEliminarrespeto tu opinión, pero ser noble no es un demerito para nada...mansos pueden salir en cualquier ganaderia, si el problema que tuvieron lo sosos yfaltos de trasmisión, un poco mas de casta les faltó... reitero lo objetivo es que el domingo pasado embistieron 5, 1 muy complicado y peligroso(tercero) y 4 que dieron juego, en 2 Ferrera y Gines perdieron oreja con la espada, y las otras 2 faenas de Ferrera y Gines (primero y segundo) fueron musicalizadas, con oles pero los animales fueron apagándose. Eso es lo que ocurrió. La función de la crítica seria y analítica, es no perder de vista eso, y que el aficionado que fue recuerde que gritó ole, y no se deje manipular después de la corrida por gente que no sabe ver toros y les dice que no sirvieron o fueron muy malos.
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ResponderEliminarLa mejor crónica de lejos, un deleite por la creatividad, pero siempre con el análisis del toro y los comentarios equilibrados y con sentido común, sin apasionamientos ni rencores. Ademas, muy bien redactada y ensamblada como crónica española, lejos de la típica recopilación de hechos aburrida que hace el resto que escribe, casi todos unos perfectos indocumentados que ni saben lo que hablan
ResponderEliminarGracias.... cierto lo que dices esa es la escuela que dejó mi estimado amigo Bartolomé Puiggros en El Comercio, teniendo todo para innovar, se mantuvo en la descripción y conteo de pases. Cuando se lo señalé, me dijo que él escribía para que el que no fue se la imagine en la cabeza.... pero ese no es la función del cronista que debe aportar lo que los aficionados no perciben o no entienden cuando ven una corrida de toros, y dar un juicio de valor ponderado, mencionando lo bueno y lo malo, con afan constructivo. Lo que no es fácil, sobre todo porque abunda de lo otro, que es lo mas fácil de hacer y lo que más fácil capta adeptos.
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