JOAQUIN GALDOS CORTA UNA OREJA EN LA PRIMERA CORRIDA DE LA FERIA DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS.
AGENCIA EFE
Corresponsal JAIME DE RIVERO
(LIMA) El matador peruano Joaquín
Galdós paseó la única oreja cortada en la primera corrida de la Feria del Señor
de los Milagros, en la que alternó en mano a mano con Andrés Roca Rey. El punto
débil fue el ganado, disparejo de presentación y juego, primando la sosería
aunque cinco embistieron, destacando el
bravo Lúcumo de El Olivar, corrido en segundo lugar por Joaquín Galdós.
En efecto, un toro importante por
su bravura el que le tocó a Joaquín Galdós y que mostró casta, poder y pies
desde los primeros capotazos. Cumplió en varas, acometió en banderillas y peleó
con codicia en la muleta. Sin acoplarse en las primeras series, Galdós armó
faena con tandas por el pitón derecho que fueron muy ovacionadas, pero
apretando demasiado a un toro que necesitaba más aire y espacio. La estocada
cayó algo caída y delantera, recibiendo una oreja. Al toro se le dio la vuelta
al ruedo entre ovaciones.
El cuarto de los Azahares no
ofreció mucho en los primeros tercios. Con la multa fue a mas, Galdós logró series
por derechazos pero sin redondear una faena, pues no lo intentó por el pitón
izquierdo. Entró a matar rápidamente dejando una estocada caída que redujo todo
a silencio.
El sexto de San Pedro fue muy deslucido durante toda su
lidia. En la muleta cortaba el viaje probando sin clase ni entrega, haciendo muy
difícil arrancarle pases. Galdós marró con el estoque. Pitos para el toro y
silencio para el espada.
Roca Rey tuvo el peor lote. El
primero, con el hierro de San Pedro, fue un toro castaño, serio y sobrado de movilidad
en los primeros tercios, pero sin brindar mayores facilidades. El inicio de
faena por estatuarios fue soberbio, seguido de una serie por el pitón derecho en
la que el astado humilló con codicia. El
animal fue perdiendo facultades hasta quedarse parado; allí Roca Rey recurrió al
toreo de cercanías y el arrimón para hacerlo embestir, pero ya sin el brillo
inicial. Culminó con un pinchazo y dos descabellos. Silencio y pitos para el
toro.
El tercero de Santa Rosa chico,
astifino, pero encastado, fue muy protestado perjudicando su lidia. Después del
inicio de faena en los medios, y algunos muletazos Roca Rey prefirió abreviar,
a mi juicio indebidamente, despachándolo de una estocada tendida que fue
suficiente para hacerlo doblar. Silencio
y pitos para el toro.
El quinto de Paiján fue un manso
de libro que no dio posibilidad alguna en ningún estadio. Roca intentó de todo
para sacarlo de tablas, sin lograrlo por la mansedumbre manifiesta e
irremediable. Mató de una estocada entera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario