miércoles, 20 de noviembre de 2019

Revista CARETAS "SIN TOROS NO HAY PARAÍSO" -CRÓNICA 3° ACHO 2019 Escribe JAIME DE RIVERO


SIN TOROS NO HAY PARAISO

Mala presentación y juego de los toros Santa Rosa de Lima y Apóstol Santiago arruinaron la tercera corrida. Jesús Enrique Colombo dio la vuelta al ruedo con el que cerró plaza.

Escribe Jaime de Rivero

Mansos, descastados, probones, mirones, avisados, terciados, anovillados, corraleados, marrajos, son algunos de los términos muy taurinos que sirven para describir a las reses lidiadas el domingo pasado en Acho. Astados que echaron a perder una tarde que ya de por si tenía a los aficionados en contra por tratarse del cartel más bajo del ciclo.  
  
Muy fácil sería quejarse de los ganaderos por enviar esos animales, cuando no tuvieron tiempo para rematarlos debidamente y, en realidad, le echaron una mano a la empresa para que no se suspenda la corrida.  Se llegó a esta situación porque a pocas semanas, Casa Toreros desistió de lidiar el muy dudoso encierro de San Pablo, ganadería del interior anunciada en el cartel y que recibió severos cuestionamientos de los aficionados por su impreciso origen, no aclarados satisfactoriamente por la empresa.

Se buscó ganado para esta corrida a último momento, en un país que precisamente, carece de toros con la edad y el trapío que Acho demanda. Se escogió entre lo poco que había o sobraba, y el resultado fue animales indignos para la vieja plaza, lidiados con la venia de una autoridad complaciente, y bajo la justa protesta del público que paga mucho por una entrada y no ve reflejado su valor en el ruedo.

Montar una feria de la categoría de Acho sin toros es inaceptable.  En el paraíso taurino el Dios absoluto es el toro. Y esto parece haberlo olvidado Casa Toreros, que cuando tomó la plaza invirtió fuerte para traer ganado español de prestigio que lidió en las tres últimas ferias. Es momento de enmendar considerando que este ciclo deja como lección que las ganaderías nacionales aún no pueden sostener por si solas la feria de Lima.    

Jerónimo no entendió al que abrió plaza de Santa Rosa de Lima, soso, distraído y mirón, pero con posibilidades por su movilidad. El mexicano no acertó en la lidia, toreando al hilo del pitón, descolocado sin cruzarse ni tocarlo con la muleta como exigía este toro. Su labor fue silenciada.
Luis Bolívar poco pudo hacer con el segundo de Apóstol Santiago que punteaba los engaños, siempre con la cara alta y derrotando al menor descuido. También hubo silencio.

Las protestas por el anovillado ejemplar de Santa Rosa, no cesaron durante su lidia a cargo de Paco Ramos. El animal tuvo codicia, pero su descompuesta embestida impedía redondear las series de muletazos. Silencio.

Criticar a Luis López sería una necedad injusta. A ese marrajo ni Joselito El Gallo le sacaba un pase.  Imposible hasta para descabellar. El nacional escuchó los tres avisos.

Tan malo como el cuarto fue el quinto, también de Apóstol Santiago, al que un prudente Rafa Serna, sabedor del peligro que rondaba, lo despachó sin arriesgar un alamar.


Al final, alivió en algo la tarde Jesús Enrique Colombo que pudo cortar trofeo al buen ejemplar de Santa Rosa de Lima. Toro corto, bajo y largo de cuello, del tipo que da más posibilidades de embestir. Y así fue, el animal tuvo clase y recorrido que fueron aprovechados por el venezolano desde las primeras verónicas y chicuelinas, como en el fino galleo para colocarlo ante el caballo.  Tras el justo castigo, apuntó un quite por tafalleras y caleserinas con gusto y torería. Alborotó la plaza con las banderillas que fueron ovacionadas de pie.

El inicio de faena fue de rodillas en los medios, con pases largos y de mano baja que fueron los mejores de la tarde. Por el pitón derecho también logró buenos muletazos pero sin cuajarlos del todo, porque el animal acusó pronto la exigencia y el desgaste del segundo tercio. No hubo la misma emoción por el izquierdo. Bernardinas rematadas con la arrucina fueron los adornos finales.  Falló con el acero y todo quedó en una ovacionada vuelta al ruedo.

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