ACHO: ROCA REY PUERTA GRANDE EN SU REGRESO A LOS RUEDOS.
Andrés Roca Rey corta dos orejas y abre la puerta grande de
la plaza de Acho, en la primera corrida de la Feria del Señor de los Milagros de Lima.
AGENCIA EFE
Corresponsal JAIME DE RIVERO
La más que bicentenaria plaza de Acho
de Lima volvió a crujir con su torero predilecto. Andres Roca Rey, la primera
figura del toreo mundial, reapareció y triunfó después de varios meses de para
debido a una seria lesión en el hombro. El peruano cortó dos orejas y salió a
hombros, alternando con Enrique Ponce y Juan Serrano “Finito de Córdoba”, en la
lidia de ganado de El Olivar y La Viña.
Enrique Ponce se enfrentó al peor
lote. El toro de El Olivar que abrió plaza, incierto, mirón y con ideas, avisó
que se colaba por el pitón derecho desde los primeros capotazos. Sin mayor
trascendencia en los tercios iniciales, llegó midiendo a la muleta. En pases de tanteo se volvió a vencer con
riesgo por el derecho. Por ello, Ponce forjó la faena por el pitón izquierdo,
intentando ligar los naturales a un toro probón y reservón que no tenía
recorrido. A pesar de ello, el maestro valenciano buscó entre los pitones, el
triunfo que no ofrecía el animal. Una estocada baja, dejó todo en silencio.
El cuarto de La Viña, pronto y
alegre de salida, fue perdiendo gas y recorrido hasta rajarse en el tercio
final. Con hambre de triunfo, Ponce
brindó el toro en los medios para luego intentar el toreo fundamental, pero la sosería
del animal impidió su propósito. El astado, pronto, pero sin repetición ni
entrega no permitió la gran faena que la afición esperaba. Mató de dos
pinchazos y descabello.
Juan Serrano “Finito de Córdoba”
reapareció en Acho después de algunos años. Tuvo mayores posibilidades con su
primero del hierro de El Olivar, que acometía con franqueza y recorrido desde
los primeros lances, aprovechándolo con sendas verónicas que fueron coreadas
por el público. En la muleta el toro mostró prontitud, nobleza y obediencia que
no fueron aprovechadas del todo por el de Córdoba. Destacó con buenas tandas
por el pitón derecho que no fueron rematadas debidamente, mermando el ímpetu de
la faena. Por pitón izquierdo también repitió, pero sin claridad ni mejor
juego. Finalizó su labor con buenos muletazos por bajo, que remató con una
estocada muy caída.
El quinto de El Olivar, sin trasmisión ni recorrido no dio
juego aparente.
La faena de la tarde fue la de
Roca Rey con el tercero de El Olivar, abanto y de poco recorrido en el primer
tercio, al que supo lidiar de salida con verónicas de buena factura. Lo dejó
crudo en varas para proseguir con el quite por chicuelinas, rotundas por lo
ceñidas y riesgosas, que puso al público de pie. Con la plaza entregada, brilló con estatutarios
iniciales que fueron el mejor preludio para el toreo fundamental. Con un temple formidable aprovecho la fuerza
del animal para alargar las embestidas, redondeando series importantes por el pitón
derecho. Por el izquierdo no había la misma predisposición. Faena cimentada en el valor y el temple que culmina
con cambiados, estatuarios y demás adornos. Estocada arriba que derrumba al
toro sin puntillas y dos orejas indiscutibles.
Con el sexto de La Viña Roca Rey demostró
su consabida calidad lidiadora y la capacidad para sacar provecho de un pozo
vació. El de El Olivar, noble, pero sin fuerza ni codicia, no ofrecía
posibilidades de lucimiento. El peruano aportó lo que el toro no tenía,
logrando armar series de muletazos, algunos de buena factura, a un toro parado
y que eran imposibles de imaginar momentos antes. Falló con el acero, dejando
en silencio una labor que el público no supo reconocer.
Plaza de Acho de Lima. Con plaza llena y en tarde soleada, se
lidiaron 6 toros de La Viña y El Olivar, de desigual presentación, con edad pero pero con kilos
que afectaron su movilidad, nobles salvo el complicado primero. Destacaron por mejor juego el segundo y tercero de El Olivar. Enrique Ponce (Silencio y
palmas), Finito de Córdoba (palmas y silencio) y Roca Rey (Dos orejas y aplausos).
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