JOAQUÍN GALDÓS CORTA TRES OREJAS, MANZANARES UN TROFEO Y MORANTE ES FUERTEMENTE ABRONCADO POR ABREVIAR CON EL CUARTO TORO.
Escribe: JAIME DE RIVERO
En los toros todo tiene su tiempo y lugar. Nada debe precipitarse. Ocurre especialmente con los toreros, algunos toman más tiempo en madurar y decantar. Es
el caso de Joaquín Galdós, que dotado de notables cualidades artísticas, cada
tarde labra su nombre y destino en el mundo del toro. Aún le es esquivo ese
gran triunfo en plaza española que le permita llegar a lo más alto, pero por sus condiciones el
tiempo juega a su favor.
El domingo pasado triunfó nuevamente en Acho y lo
hizo alternando con dos figuras emblemáticas del escalafón. Ante dos artistas consumados y consagrados. A Galdós se le vio mas hecho
y cuajado, con una madurez que trasciende el ruedo y se expresa en su respetuoso comportamiento y la solvencia de su conversación.
Cortó tres orejas a los toros del Puerto de San Lorenzo
y La Ventana del Puerto, de encaste distinto pero bajo crianza de los mismos
ganaderos Fraile, que tuvieron una presentación muy desigual en hechuras, feos de cornamenta, justos
de fuerza y juego diverso, sin entrega, en el que predomino la mansedumbre.
Al tercero, que llegó con poco gas a la muleta,
Galdós lo toreó con mando por el pitón derecho, instrumentando muletazos largos
y de mano baja. En los medios citó a distancia, pero le faltó administrar mejor
las fuerzas de su adversario que perdía transmisión. Con la izquierda el
animal no colaboraba igual. Con una buena estocada arriba pero trasera, se le
concedió la primera oreja de la tarde.
Desorejó al buen sexto del Puerto de San Lorenzo que
fue aplaudido en el arrastre. La clave de la faena estuvo al inicio, con los doblones
por abajo rodilla en tierra, con los que el coleta nacional terminó de ahormar
las complicadas embestidas del astado que no había sido claro de salida. Le siguieron
series de derechazos largos y templados, con los que metió al toro en la
muleta. Toreo de clase y sabor que conquistó nuevamente a los tendidos de Acho. Coronó su labor con
una estocada arriba.
Manzanares torero siempre querido en Lima, cortó una oreja del corrido en quinto lugar. |
Con buenas verónicas recibió Manzanares al segundo,
que metió bien la cara de salida, especialmente por el lado derecho. Tras un
buen puyazo, el alicantino inició el trasteo por alto. Siguieron buenas series
diestras, con muletazos largos, enroscándose al toro, que embestía con
recorrido. Al animal le faltó más motor
para que el buen trasteo de Manzanares llegase con más eco a los tendidos. Faena
suave y corta, sin exigir mucho condicionada a las facultades del astado. Pinchó
arriba antes de la estocada final. Hubo aplausos al toro y ovación con saludos
para el torero.
Manzanares le cortó una oreja al quinto de La
Ventana, al que fijó bien a la verónica. El toro repitió y humilló con nobleza
y obediencia, pero un tanto soso y bajo en trasmisión. El alicantino hizo sonar
los oles con su toreo a derechas. Fue haciendo al toro, sobándolo sin exigirle
demasiado para convencerlo de embestir, siempre sobrado en empaque. Logró
buenas series por ese pitón. Mató de una gran estocada al volapié.
Hacía tiempo que en Lima no se veía una actitud tan impropia como la de Morante con el cuarto toro. Al primer extraño* que le hizo al inicio de faena, tomó el
acero y lo despachó sin asco. También hacía tiempo que no se tenía una bronca tan sonora
contra un matador, la que además se extendió con bocinazos intermitentes
durante lo que quedó de tarde.
Con el que abrió plaza, manso de solemnidad, Morante no tuvo opción alguna. Nuevamente, se fue sin que Lima haya podido apreciar una gran faena suya. Pero, Morante es Morante, y la espera, el disgusto y la polémica le
asientan al duende gitano de su personalidad.
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*Algunos dicen que el toro se rompió uno de los remos en el primer muletazo lo que no percibí en la plaza; de haber sido así, el torero debió correr al toro para evidenciar el daño.Algo similar debe hacerse cuando haya duda o discrepancia sobre un pedido de indulto: dejar que se siga toreando, que se muestre la bravura del toro hasta el final, para convalidar la decisión.
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