Juez de Plaza Fernando Lozyza. y su indulto que perjudicó a todos; matador, alternantes y publico. |
Alvaro Lorenzo triunfa en su debut en Acho con indulto muy protestado, en la segunda
corrida de abono con toros de El Olivar
Revista CARETAS
Escribe
Jaime de Rivero
Hay
quienes no comprenden que en Lima, preservar la solera de una plaza como la mas que bicentenaria
Acho, es una parte importante del espectáculo taurino. Atañe directamente a la
pasión y dignidad del buen aficionado, aquel que cada año se abona
incondicionalmente sosteniendo su feria. Un indulto indebido impuesto por el
inefable juez de plaza, Fernando Loayza, como el del domingo pasado, no sólo perjudica una tarde
de toros, también agrede, daña y aleja a ese buen aficionado. Con decisiones absurdas
como esa, todos pierden, incluyendo la empresa. Urge tener una autoridad que
esté a la altura de Acho.
La
corrida de El Olivar me gustó, a pesar del juego variado de los toros. Hubo dos
muy encastados, el 2º, indultado, y el 5º, que a mi juicio es mejor candidato al
Escapulario de Plata por su bravura, codicia y transmisión, que corroboran y premian la
buena labor del ganadero Aníbal Vázquez, quien ya había anotado otro triunfo
la semana anterior con sus pupilos de La Viña.
El
español Álvaro Lorenzo supo aprovechar la nobleza y bravura del segundo de la tarde,
con el que confirmó alternativa, de nombre Lanudo que embistió con clase y
repetición. En los primeros tercios desparramó la vista, pero a partir del
segundo empezó a ir a más, siempre con fijeza, galope y humillación. Lorenzo lo
sometió con mando por ambos pitones aprovechando la codiciosa embestida del astado.
Faena importante que terminó opacada por un indulto a un toro que, siendo estrictos, no se empleó debidamente en varas y terminó cerca a tablas. Ante la sonora
protesta, el diestro dejó los trofeos en la barrera -dos orejas simbólicas-
antes de dar la vuelta al ruedo.
Protesta y pòlemica. El indulto condiciono el resto de la tarde en perjuicio de los alternantes. |
No le dio opción el sexto, que en la muleta topó más que embistió, quedándose corto
y aplomado.
Tuvo el peor lote Emilio de Justo, pero dejo buena impresión por su oficio y buenas maneras. Con el primero, que confirmó alternativa, no tuvo claridad porque el astado arrollaba. Tocándolo con seguridad y firmeza en cada muletazo, corrigió al toro que se ceñía por el derecho. Por el izquierdo fue similar, sin dar mayor juego. Varios descabellos dejaron en silencio su labor.
De
Justo también fue silenciado ante el cuarto de la tarde, un toro sin mucho dentro
que perdió facultades durante la lidia hasta aplomarse en la muleta.
Alfonso de Lima reapareció en Acho con el tercero, justo de fuerzas, corto y gazapón, al que despachó de una estocada, caída y trasera.
El
quinto fue un tio imponente de 593 kg, aplaudido en el arrastre. Se le dejó
crudo en varas, quizás por temor a que se cayera por tantos kilos que llevaba. El
burel, muy encastado, desarrolló mucho poder en el tercio final. El peruano lo
recibió con derechazos de rodillas en una gran serie que encendió a los tendidos
rápidamente. Las mejores tandas fueron por el pitón derecho que fue el más
potable de este toro, que dejaba lo suyo en cada arremetida, transmitiendo a
los tendidos. El animal fijo, pronto y repetidor demandaba una
muleta más poderosa para extraer todo lo que llevaba adentro y que era mucho. Alfonso de Lima lo mató de
media caída y dio una vuelta al ruedo.
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