![]() |
| Joaquín Galdos |
!DANDO BATALLA!
Joaquín Galdós y Fernando Adrián salieron a hombros de Acho,
firmando faenas importantes para ganar el Escapulario de Oro.
Escribe JAIME DE
RIVERO
El último domingo todos salimos
contentos de Acho. Tarde triunfal, con los tendidos casi llenos y los diestros
entregados, dentro de las posibilidades que les dieron los toros españoles de
Montalvo, que no fueron sencillos de lidiar. Se corrieron seis astados de Montalvo, con
edad y kilos, pero desiguales en juego, destacando los corridos en 1°, 3° y 5°
lugar.
Las faenas de Galdós fueron de
importancia y revelaron dos caras de un mismo torero, el bueno. La de artista y
la de lidiador. Cualidades que deben conjugarse para poder soportar la presión
y ascender a lo más alto. Esa es la ruta en la que se le quiere ver, sobrado de
actitud, inteligencia y valor.
Con el tercero, que humillaba con
clase y codicia, tuvo un gran inicio de faena, por abajo con doblones y otros
con la rodilla en tierra, enseñándole a embestir de largo. Supo rápidamente que
le podía a ese toro, por lo que las series siguientes fueron muy buenas, sentidas,
por abajo por ambos pitones, llevándolo a milímetros de la muleta. Dejó el estoque envasado, algo caído. Faena de
dos orejas que sólo se premió con una.
El sexto, feo de tipo, incierto,
mirón y reservón, ganó movilidad con la pica, pero mantuvo varias dificultades:
acudía descoordinado y remataba por alto. Galdós lo lidió con acierto,
cruzándose y con toques para dar pases de uno en uno hasta hacerlo
repetir. Corrigió varios defectos,
aguantando el peligro. Con inteligencia, técnica y valor se impuso a su
adversario. Concluyó con una estocada
caída y recibió una oreja.
Fernando Adrián cayó con pie
derecho en Lima, mostró que es un torero de buen gusto, técnico y valiente. No
deja nada a la suerte, la desafía y se arrima.
Cortó una oreja al primero -con el que confirmó alternativa-, un
toro-toro abanto y suelto, que embistió con nobleza y calidad hasta su muerte.
Con la muleta, el madrileño lo toreó atornillado a la arena, tanto en los pases
de recibo como en el toreo fundamental. Trasteo inteligente, sin enganchones,
que tuvo la virtud del temple. Una estocada trasera fue suficiente para cortar
la primera oreja de la tarde.
Al quinto, que era remiso al
toreo fundamental, lo lidió con la muleta en la cara, tiró de él hasta armar
series de derechazos ligados por abajo. Hizo lo propio por naturales para luego
terminar entre los pitones, engarzando muletazos por cada lado. Faena de valor
y exposición que gustó a los aficionados. Mató de una estocada baja, pero aun
así se le otorgó dos orejas. Algo injusto porque a Galdós se le negó la segunda por una faena similar
en contundencia con la espada en mejor ubicación. Hay que unificar los criterios.
No hubo nada con el cuarto, un
astado feo de tipo, con la edad pero con signos de haber sido remarcado; no tuvo recorrido, clase
ni fondo alguno, resultando cogido al entrar a matar.


No hay comentarios:
Publicar un comentario