Cortó tres orejas del encierro de Santa Rosa de Lima, lidiado en mano a mano con Pablo Aguado, que se llevó un apéndice.
Escribe Jaime de Rivero
El toro que abrió plaza fue la antítesis y excepción del descastado encierro que envió Santa Rosa de Lima a
la llamada “Corrida del Arte”, celebrada en la plaza La Esperanza. Enrazado, dócil y repetidor, permitió
apreciar el fino toreo de capa de Joaquín Galdós, especialmente en el quite por
chicuelinas, que estuvo lleno de gracia y lentitud. Con la tela roja, el toro fue una perita en
dulce que Joaquín Galdós no desperdició para mostrar lo mejor de su repertorio,
con pases de todas las marcas, tanto por pitón derecho como izquierdo. Sometió
a su adversario con el toreo fundamental y luego con circulares, el pase de la
firma y otros desplantes y adornos. Estuvo
artista y bullidor a la vez. Ejecutó correctamente la suerte de matar y recibió
las dos orejas.
El tercero acudía con fijeza y
codicia, pero punteaba los capotes sin humillar. Las dos varas fueron justo
castigo como se evidenció en el quite por verónicas, en el que el peruano derrochó
lentitud y torería con el percal. Inició la faena por derechazos de pie y luego
de rodillas, valiéndose de la nobleza de su oponente que se arrancaba de lejos.
Las series de muletazos fueron principalmente a media altura, porque el toro se
desentendía cuando le bajaba la mano. Faena importante a un animal complicado,
al que terminó toreando en cercanías, girando sobre su eje en series muy
aplaudidas. Labor inteligente y de buen gusto que no refrendó con la espada. Tres
pinchazos y una estocada delantera redujeron todo a una fuerte ovación.
Galdós también se llevó una oreja
del quinto, chico, feo de tipo, de embestida desigual y descompuesta. Destacó
con el capote, tanto en el recibo por chicuelinas como en el quite a la
verónica. La faena se cimentó por el pitón derecho, imponiéndose a las inciertas
embestidas. Las series se sucedieron hasta que el animal se rajó. Mató de una
estocada caída pero efectiva.
NULAS OPCIONES PARA AGUADO:
La buena voluntad de Pablo Aguado
se estrelló con la mansedumbre de su lote. Intentó de todos los modos posibles
pero sus descastados y huidizos adversarios no le permitieron redondear las tandas
de muletazos.
El que salió en segundo lugar
quedó mermado de facultades después de los dos puyazos que recibió en el
caballo y que terminaron por acentuar sus defectos. Se refugió en las tablas durante el tercio de
banderillas y lo repitió en la muleta, con la que Aguado sólo pudo consumar
algunos pases aislados de mucho gusto. Lo despachó de una estocada baja.
El cuarto, feo de tipo, anunció
sus complicaciones desde los primeros capotazos en los que cortaba el viaje para
revolverse. En el tercio final se aquerenció en las tablas, a las que siempre
regresaba para defenderse. Tomaba dos
muletazos y al tercero huía, al sentirse podido. Aun así, Aguado logró
extraerle algunos muletazos de calidad. Se eternizó con la espada. Silencio.
El sexto fue otro manso declarado
que también se aquerenció en las tablas, sin dar opciones.
Al arrastre del sexto, el diestro
español obsequió un toro de Santa Rosa de Lima, al que le cortó una oreja. Durante la lidia, Aguado estuvo firme y sereno a pesar de las embestidas
desiguales y descompuestas del astado. Aguantó una barbaridad y logró redondear
series por ambos pitones. Mató de un pinchazo y media estocada.
FICHA.
(Lima, Perú) Plaza de toros La Esperanza. Domingo, 11 de diciembre de 2022. Se lidiaron
siete toros de Santa Rosa de Lima. Desiguales en presentación y juego. Se le dio la vuelta al ruedo
al primero. Joaquín Galdós (2 orejas, palmas y una oreja) Pablo Aguado (silencio,
silencio, silencio y oreja). Entrada: media plaza.
Galdos estuvo muy bien con su lote.
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