Escribe Jaime de Rivero
Con media entrada, se han lidiado 6 Novillos
de Santa Rosa de Lima bien presentados, sosos, de pobre juego en líneas
generales. Joaquin Galdos en solitario, silencio, ovación, silencio, oreja,
silencio y oreja.
El primero, carente de codicia y trasmisión,
no dejó muchas opciones. El segundo, en la misma linea pero con mayor
movilidad, se dejó más, tanto en el capeo por chicuelinas como en los muletazos
por el pitón derecho. Pero nuevamente la
sosería redujo la faena a nada. Cuando los toros no ponen casta ni bravura, los
toreros deben buscar cómo suplirlas apelando a todo. Y ese, creo yo fue el defecto de Joaquin Galdos en la novillada. Si los novillos no acudían,
había que estar dispuesto a todo, poner lo que faltaba, sacar faena y emocionar a los
tendidos. No estuvo en plan de novillero hambriento, sino de matador consolidado que espera que salga el toro bueno.
El tercero, el más hecho y serio del encierro, también es complicado.
Bien toreado a la verónica, tomó un buen puyazo de Cesar Caro, empleándose en
banderillas. Galdos lo recibió de rodillas despertando ovaciones. El toro tendía a vencerse pero sin malas ideas, lo que dificultó su lidia, tanto que el torero fue trompicado sin consecuencias. Esta por encima del toro. Pinchazo, estocada caída y silencio.
Al cuarto lo paró con
chicuelinas que fueron muy aplaudidas. Tras la vara y las banderillas, brindó a
sus mentores Ángel Gómez Escorial y Fernando Cámara. Inició con buenos estatuarios
para luego llevarlo por derechazos. Cuando el novillo comenzó quedarse, Galdos -ahi lo hizo- puso lo que
le faltaba, atacándolo para que repita. Ese era el camino. Así pudo completar series, en las que le dejaba la tela puesta para poder ligar en redondo. Estocada caída pero fulminante, le
permitió cortar la primera oreja pedida por amplia mayoría.
El quinto fue un manso descastado, que lo brindó al matador
Cesar Jiménez que se encontraba en el tendido, que no permitió nada de nada. Mató de
una buena estocada.
Al sexto ofrecía mas de lo mismo, pero con mayor movilidad y trasmisión. Con la muleta anotó series de muletazos pero sin cuajar faena porque el novillo se fue apagando. Le faltó mas decisión para rematar lo bien que estuvo. Con una estocada defectuosa por caída, se le otorgó una oreja que no
correspondía. Joaquin Galdos lo sabía y lo reconoció. Leal a su plaza y a sus convicciones, no paseó el trofeo, tampoco dió la vuelta al ruedo ni dejó que lo carguen a hombros cuando se retiraba de Acho. La honradez y
el respeto también emocionan.
Joaquin Galdos se retira de Acho por sus propios medios. Gesto que lo enaltece. |
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