Por
Jaime de Rivero
Este
domingo pasará a la historia sin más relevancia que la alternativa del matador Aníbal Vázquez, teniendo como
padrino a Vicente Barrera y de testigo a Cesar Jiménez. La tarde se desarrolló sin mayores brillos,
principalmente por el comportamiento del ganado que no dio buen juego.
Se
lidiaron dos toros de Paiján (1° y 5°) para Aníbal Vázquez, propietario del
hierro, aparentemente se obvió el sorteo vulnerando el reglamento; y cuatro
mexicanos, dos de D. José Marrón (3° y 4° ) y 2 de Los Martínez (2° y 6°). Buena presencia, peso y cuajo de toros, salvo
el primero de Los Martínez, poca y sospechosa cornamenta, desiguales en comportamiento,
acusando sosería y falta de fuerzas.
Vicente
Barrera recibió al primero de su lote (corrido en segundo lugar) por verónicas
pero rectificando el terreno con un paso hacia atrás, lo que resta valor a la
suerte. En el quite que fue por navarras, resultó arrollado por los cuartos
traseros del astado.
Inició
la faena con ayudados por alto a pies juntos, empalmados con dos pases de
pecho que son marca de la casa. Faena a base de derechazos, reiterados y desesperantes, una
"dictadura del derechazo" con el fin de reducir el riesgo, ya que con
la espada montada en la muleta se da mayor dimensión a la tela, la que se
mantiene tiesa y más amplia con la goma.
Se va renunciando así a los
naturales que son los pases más hermosos y auténticos del toreo y que se
instrumentan con la muleta en la mano izquierda y la espada en la mano derecha
apoyada en la cadera.
Recurrió al medio pase, citando con la muleta retrasada y sin correr
la mano para darle mayor largura a la suerte. El medio pase es aquel derechazo
o natural que se realiza citando con la pañosa a la altura del terreno que pisa
el torero, es medio pase porque se prescinde de la primera parte que consiste en parar al toro adelante y traerlo toreado, para obligarle a tomar otro
terreno. Barrera fue cogido en una serie
por pitón izquierdo, al cambiar abruptamente la distancia con la que templaba
la embestida del toro, pues de traerlo muy embebido con la tela a milímetros
del hocico, intentó un pase de pecho a mayor a distancia, el toro le
vio y optó por su cuerpo. Mató de un
pinchazo y estocada tendida. Saludó desde el tercio.
El
segundo de Barrera fue un toro de menor recorrido por el pitón izquierdo. En la
suerte de picar recibió una vara que no fue suficiente. En el tercio de muerte
el toro acudió humillado pero sin entregarse, pues levantaba la cabeza a la
mitad del pase, desluciéndolo. Le faltó un puyazo corto que ahorme la cabeza
del toro, lo que pudo corregirse con pases de castigo como los doblones, que
obligan a humillar, trayéndolo toreado de largo y por bajo, haciéndolo girar
enroscado al cuerpo para quebrantarlo.
La
faena se basó en la mano derecha aprovechando la nobleza del astado mientras
éste tuvo poder, pues se fue apagando lentamente. Toreó a media altura y sin
obligarle, aún así el toro se fue quedando a la mitad de las suertes. Mató de
un pinchazo y estocada, ambos al cuarteo y con el defecto de entrar matar con
la muleta a media altura. Doce
descabellos y dos avisos, provocaron una sonora bronca contra el llamado
"Torero de Lima".
Aníbal
Vázquez tuvo el lote más complicado de la corrida con el que sólo pudo
conseguir uno que otro pase suelto. Se le notó con voluntad pero sin claridad
para comprender a los astados, a pesar de que eran de su propio hierro. Un sector
del público se mostró muy hostil, criticando en demasía su actuación. Se
llegó al colmo cuando algunos le exigieron que se mantenga parado en el primer
lance de recibo con el capote. Injusto por irracional y porque hasta ese
momento Barrera y Jiménez habían recibido de igual forma con el capote y
ninguno de esos gritones de tendido había vociferado nada al respecto.
El
primero de su lote tuvo un comportamiento variable. Abanto de salida, cambio a
fijo y pronto con el capote. El primer puyazo lo recibió en el morrillo que es
donde se pica. Pero ese acierto fue mera casualidad, pues el picador rectificó
la suerte para colocar un puyazo trasero, donde mas se daña las
facultades del toro. Prueba fue que perdió los remos tan pronto salió del caballo. El segundo tercio fue dificultoso porque el burel permaneció aplomado y aquerenciado en el tercio.
En
la muleta tuvo muchas complicaciones: gazapón, probón, tardo, revoltoso y
mirón. Embistió con nobleza, en corto, andando y sin humillar. Aún así Vázquez
pudo conseguir derechazos largos y lentos, que provocaron las primeras
ovaciones de la tarde. Pero el toro
agudizó la sosería, no pasaba y cuando lo hacía se revolvía pronto con peligro. Vázquez aguantó a
pie firme unas veces y otras tuvo que rectificar, lo que
algunos intransigentes no aprobaban.
El torero no supo hacer pasar al toro. No pudo templarlo para generar la codicia
suficiente que le permita completar el muletazo. Todos los toros tienen un
empuje inicial para quitarse el engaño que debe aprovecharse, con
el temple, para completar el muletazo. La brusquedad con la que citaba agudizó el aplomo del manso. Lo
recomendable era tocarlo suavemente, templar fino y a distancia precisa para
convencerlo de luchar. Mató mal con la
muleta alta. Pinchazo y media estocada perpendicular. Silencio y pitos para el
toro.
El
segundo era noble y revoltoso, pero se aplomó pronto. El toro acudía con
mayor prontitud cuando se le citaba por el pitón izquierdo y a media
distancia. Vázquez hizo lo contrario.
Porfió por el derecho y a muy corta distancia, tocando otra vez con
mucha brusquedad. Intentó de todo pero sin ideas claras. Dejó un
pinchazo hondo sin echarse a los lomos, para coger rápidamente el descabello y
matar.
El
primero de Jiménez fue un manso muy soso que no tuvo fuerzas suficientes. Comenzó la faena con una serie de
castigo por doblones que terminaron por consumir las fuerzas del
animal, quedando rapidamente aplomado. Intentó por ambos pitones pero sin
resultado por la sosería, poco recorrido y querencia a las tablas. Mató de una
estocada baja. Silencio y pitos.
El
último toro de la tarde tuvo más poder que el resto. Jiménez lo recibió con
lances a pies juntos Intentó un quite
por chicuelinas sin pararse, cruzándose a pitón contrario para no tener que
mandar al toro con el capote y saliéndose de la suerte. Se debe tener presente
que la chicuelina es un lance de capa que se realiza citando de frente y a pie
firme, sin rectificar los terrenos en el embroque, cargando la suerte y
mandando sobre el toro para darle salida por uno de los lados. La ignorancia se verificó cuando los
"gritones del tendido" jalearon con "oles" estas
chicuelinas.
Con
la muleta fue más de lo mismo. Jiménez también aplicó "la dictadura del derechazo", esta vez más radical y
absoluta, privándonos del toreo por naturales. Toreó muy despegado, citando
fuera de cacho o al hilo, poniendo el pico de la pañosa en el pitón contrario,
como hacía Espartaco. Así, el animal pasaba lejos del diestro. Toreó templado y aprovechó las embestidas del burel por el lado derecho, pero los trazos
de sus muletazos fueron lineales sin hondura.
Jiménez
fue cogido al marrar con la espada en su primer intento. Otra vez entró a matar
con la muleta a media altura, sin torearle, defecto comentado en esta página la semana anterior.
Al no tomar el engaño, el toro levantó la testuz antes de que Jiménez clave la espada. Intentó salir de la suerte pero no tenía espacio y quedó a merced de los pitones. En la suerte de matar también se torea y se cumple
aquello de parar, templar y mandar, pues la mano que mata no es la que sostiene
la espada, sino la izquierda que dirige y manda la embestida.
En
su segundo intento propinó una estocada entera que complementó con dos
descabellos, resignándose a una fuerte ovación por parte de la afición.
Este
domingo se celebra la 5° corrida de toros, 7° festejo del abono, con toros de
Roberto Puga para los triunfadores Cesar Jiménez y El Fandi, completando la
terna el torero francés Sebastián Castella que dejó muy buena impresión en la
tarde de su debut en Acho, haciendo el toreo con un astado de esa misma
ganadería. Todos a Acho!
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