Por Jaime de Rivero B.
Nadie
puede dudar que el tercio de banderillas es uno de los momentos de mayor
emoción y lucimiento dentro de la lidia de un toro, sobre todo cuando el espada de turno es quien coge los
rehiletes para mostrar su gracia y habilidad a cuerpo limpio.
Dentro
de la variedad de formas de colocar banderillas, destaca por su belleza y elegancia el par al quiebro
o simplemente "al quiebro", suerte que reúne claramente los elementos
más puros del toreo.
El inventor de este modo de banderillear es
Antonio Carmona “El Gordito”, quien lo realizó por primera vez en la plaza de
Jerez de la Frontera, el 24 de junio de 1858.
Desde entonces, la suerte adquirió gran popularidad entre los
aficionados, teniendo en el maestro Antonio Fuentes a uno de sus mejores
interpretes. De él se dice que perfeccionó la técnica al grado de poder
realizarla a casi toda clase de toros, cuando antes sólo podía practicarse con
los que arrancaban de lejos y con muchos pies, según los cronistas de la época.
La suerte se ejecuta de la
siguiente manera: Ubicado el torero a distancia prudente, cita de frente y sin moverse al toro que arranca en línea recta y un momento
antes de producirse el embroque, le marca la salida
para las afueras con un movimiento de la pierna de salida, para que el astado
varíe la trayectoria que trae hacia el cuerpo del matador. Luego, el torero regresa la
pierna a su posición inicial y clava las banderillas lo más arriba
posible. Esta suerte consiste en quebrar el viaje del toro mientras el espada
conserva su posición primitiva, a la que retorna para clavar los garapullos.
En
la ejecución del par al quiebro se verifican muchos de los elementos del toreo
llamado "clásico"(1) o, al menos, del que nos hablan las tauromaquias que se consideran
clásicas. Entre ellos, el cite de frente
o dando el pecho, la colocación cruzada o en la rectitud de la testuz y, sobre
todo, el cargar la suerte (2) a toro arrancado, adelantando la pierna de salida. Se puede afirmar que este último elemento es
el principal de la suerte porque con él se manda sobre el toro, obligándolo a
modificar la dirección de su embestida un momento antes de producirse el
embroque o reunión.
La
dificultad de este par es notoria. Adelantar la pierna de salida para
mandar conlleva gran riesgo en cualquier suerte que así se intente, ya que
jamás se tiene la certeza de que el astado modificará el viaje y que de no
hacerlo la cogida será inminente.
Es
pues esta suerte que nos ocupa una de las más complejas y de mayor exposición que
se pueda intentar con las banderillas, en la que es menester haber comprendido
cabalmente las distancias, los terrenos, las condiciones del astado, su modo de
embestir y aguantar lo necesario para realizar el quiebro en el momento
preciso.
De un tiempo a esta parte, la dificultad de esta suerte ha venido siendo superada habilmente por
quienes han recibido del público y la crítica el mote de
"toreros banderilleros", claro está y como es imaginable, con algunas
excepciones.
Y es
que actualmente los espadas del segundo tercio nos tienen acostumbrados a
veloces carreras, audaces recortes y saltos gimnásticos, desplegando facultades
físicas excepcionales capaces de ocultar los defectos de la técnica de torear y
las ventajas de las que pueden servirse. Muchos aficionados se dejan llevar por
estos actos de emoción y vistosidad o sólo se preocupan por la colocación de
los rehiletes sobre el morrillo, sin atender a la correcta ejecución de la
suerte, que por criterio de autenticidad debería primar en la valoración.
En
la suerte de banderillear que generalmente hoy se practica bajo el nombre de
"par al quiebro", el torero banderillero no carga la suerte,
adelanta la pierna ni manda; tan sólo sustrae su cuerpo en el embroque para
luego clavar los palos. Algunos, a veces, desplazan
la pierna al costado, para luego saltar hacia el lado contrario saliéndose de
la suerte, pues nunca retornan a su posición primigenia. En ambos casos, no se verifica quiebro porque
el toro jamás desvía la dirección de su acometida; es el torero que la esquiva.
Resulta
una sorpresa descubrir que esta forma frecuente de colocar banderillas por los
toreros de hogaño, fue practicada hasta hace algo menos de dos siglos y era
conocida comúnmente bajo el nombre de "topacarnero" o
"topa-carnero". Don José
María de Cossio define la antigua suerte de topacarnero como aquella en la que "...no se quiebra o tuerce el viaje del
toro, sino que se esquiva el embroque, bien con un quiebro del cuerpo, o bien
en la forma más tosca y elemental que prescriben los viejos tratados..."
Comenta
Cossio que la suerte de topacarnero, a pesar de hallarse en desuso, tiene un
gran interés técnico como precedente del quiebro, que habrá de prevalecer entre
las suertes de banderillear esperando al toro a pie firme por su mayor belleza
y por constituir un perfeccionamiento del intento de banderillear de tal
forma. A lo cual sólo agregamos, la
mayor dificultad que implica burlar al toro quebrando su acometida antes de la
reunión.
Estamos
pues, ante lo que podemos llamar el renacimiento de una suerte que era
considerada caduca a inicios del siglo pasado y antecedente inmediato del
auténtico par al quiebro; habría que consultar a los toreros banderilleros si
han llegado a ella por el interés de recuperar del olvido al toreo antiguo, de
lo cual Luis Francisco Esplá ha dado muchas muestras bellas, o si más bien
responde a una intencionalidad que ya podemos intuir.
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(1) "Cargar la suerte" es un concepto que proviene de viejas tauromaquias. Ha sido interpretado y adaptado de distintas formas a traves del tiempo, por lo que su contenido es impreciso y no puede aplicarse dogmáticamente.
(2) "Toreo clásico" o "lo clásico" son conceptos relativos atendiendo a la notalbe evolución del toreo en el último siglo. Su contenido resulta por lo menos discutible en la actualidad.
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